La paz del corazón
«La tradicion espiritual vio siempre en la meditación un camino hacia el centro de uno mismo y una ayuda para descubrir allí la fuente del Espíritu Santo. Se consideraba el aliento como el camino hacia el fondo de la persona. La tradición cristiana ha relacionado el aliento con una frase bíblica o con la oración de Jesús: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten compasiónde mí». El que repite estas palabras siguiendo el ritmo de la respiración puede llegar a sentir su aliento como un taladro que perfora la capa del hormigón que le separa de su fuente interior. Aveces queda el taladro atascado en el cemento. Entonces la metiacio es superficial. Pero si el aliento llega juntamente con la palabra hasta el fondo interior, se presiente allí esa fuente inagotable. La espiración establece el contacto con la fuente interior. Y con la aspiración penetra la corriente de agua desde lo más profundo, revitalizadora, luminaso y purificadora, en el cuerpo y en el alma.
En la meditación establezco contacto con mis recursos inteiores. Mientras sean otros quienes me determinen, quedarán mis emociones marcadas y viciadas con su sello. Casaiano, escritor de la antigüedad, (ca. 360-435), ve la meditación como purificación de las emociones. Si deseo no dejarme arrastrar por la ira, la impaciencia, la envidia o los celos, necesitro purificar las emociones. Por eso, la meditación, entendida como purificación de las emociones, es un camino haci la sanación del alma.»
Estracto del libro de Anselm Grün*, La Salud. Vivir en cuerpo y alma. Sal Terrae, Santander, 2012. Pags. 24-25
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La suplicas de lis hijos siempre son escuchadas por El Padre.