La paz del corazón
«[…] Nos vemos obligados a decir algo sobre la oración permanente, porque tal estado de unión a Dios es uno de los frutos de la oración prolongada, que habitúa el alma a la continua presencia de Dios.
Realmente no se trata de hacer esfuerzos desordenados para pensar de continuo en Dios, sino que se trata de un estado tranquilo que permite, dentro de la acción, sentirnos espontánemente inclinados a un comportamiento en consonancia con el evangelio. Es una especie de presencia de la caridad, con todas las actitudes espirituales beatificadas por Cristo en el sermón de la montaña.
La imagen de Cristo se halla suficientemente grabada en nosotros para hacernos obrar constantemente de una manera conforme a su espíritu. He aquí una comparación. Cuando alguien nos pregunta nuestro nombre, nosotros lo sabemos sin género de duda; nuestro nombre, está vinculado en cierto modo a la conciencia de nuestra personalidad. Y, sin embargo, no pensamos de continuo en nuestro nombre. Que, no obstante, es una realidd evidente y permanente en nosotros; se identifica con nosotros mismos.
Pues bien, otro tanto ocurre con nuestro nombre divino, que es nuestra posesión por Jesucristo. Nuestas relaciones con él pueden llegar a ser algo consciente y permanentemente sentido, como una parte de nosotros mismos. Esto nos es connatural, está inscrito en nosotros. De tal suerte, que cuando pensamos en ello tenemos la impresión de no haber perdido nunca de vista la mirada de Dios, de no haber salido jamás de su presencia. El único cambio que se produce en la oración consiste en que entonces pensemos en ello, mientras no lo haciamos antes; pero nada importante ha cambiado, pues se trata de un estado permanente.»
P. René Voillaume, Relaciones interpersonales con Dios y vida consagrada. Ed. Paulinas.Madrid, 1972, p.122s
(Nota: la presentación en «párrafos» del post, es obra de la fraternidad.)
¡Gracias hermano por su aclaración y yo me ánimo a decir que si con humildad aceptamos ser Amados de Dios tal cual como es nuestra realidad de pecado esto nos hace tan felices que genera en nosotros un amor hacia El tan grande y encarnado en nuestra vida que a pesar de nuestras caídas Lo tenemos siempre presente en nuestro corazón haciendo de nuestras actividades un constante culto y acorazados en su Divina Misericordia vivimos con gran alegría asidos a Sus Manos…! ¡Que hermosa realidad!..¡Gracias Señor!.
PAZ Y BIEN, EXCELENTE RESUMEN, BENDICIONES