Permanece al abrigo

Hay tiempos de tormenta. Vientos muy fuertes y fríos que soplan noche y día. Incluso puede llover o arreciar la ventisca blanca. ¿Qué puede hacerse sino quedarse al abrigo? Dentro de la cabaña, protegido y confortable, se permanece en quietud orando, leyendo o simplemente contemplando. Esto resulta en verdadero descanso.

Y ¿Qué se contempla? Primero que nada la tormenta. Un ir y venir incesante de pensamientos, sentimientos y acciones que quieren surgir para manipular lo que ocurre. Ver ese devenir, dándose cuenta que uno no es ese transcurrir. Uno está mirando la tormenta, no es la tormenta. Y en esa observación se encuentra cobijo.

La oración es el fuego, la cabaña la actitud de buscar su presencia, el ocupante un testigo impasible. Cualquier cosa que ocurra contamos con Su Santo Nombre y con la mirada atenta que vigila todo aquello que no somos. Descansar en ese observador silencioso, apoyados en la búsqueda de lo sagrado, ese aroma indefinible que tarde o temprano a todos nos embriaga.

Y ¿Qué hacer ante la agresión, la constante exigencia, la ambición que nos hace herramientas? Hacerse transparente. Los hechos duros se fortalecen cuando oponemos la resistencia de un ego, de un orgullo, de cualquier pretensión. Imaginarse sin forma, claridad transparente; las palabras pasan, la violencia sigue de largo. Respirar profundo sabiendo que el Espíritu también está presente en ese aire que me nutre.

Voy apilando los leños mientras huelo la madera. Miro la calidez que el fuego deja sobre los pocos muebles; camino hacia el ángulo donde está el icono de la mirada pacífica, el del Salvador impasible, hierático. Situado en frente y quieto le miro y me dejo mirar.

Texto propio del blog

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6 Comments on “Permanece al abrigo

  1. Gracias por todo!!Señor Jesucristo Hijo de Dios vivo, ten piedad de mi pecador”

  2. Tal cual, hermano. Llegó la tormenta al poco de haber leído la entrada tan bella e iluminadora, pero no fui capaz de hacerme transparente, las palabras no pasaron sino que me sentí herida, una vez más maltratada, por un momento supliqué el convertirme en “observadora” de la situación, pero un vendaval me llevó.
    Hay que continuar invocando el Nombre de Jesús, que El tenga piedad y misericordia. Ahí estamos unidos.
    Gracias por todo lo que escribe.

    • Gracias María! No sé aflija hermana, todo lleva su práctica y tiempo. Y es como dice, si continuamos la invocación perseverante la gracia termina por imponerse a nuestras reacciones. Un saludo fraterno invocando a Cristo.

  3. Muchas gracias, hermanos.
    En versión hemisferio norte, la cabaña sería una sencilla cubierta de cañizo, bajo ella, la tumbona, nuestro desnudo descanso en el Corazón de Cristo, como el discípulo amado. Desde aquí se contempla el infinito mar de Dios mientras nos refresca la brisa de su Espíritu.
    Atrás dejamos el calor insoportable, el ruido constante, la asfixia, el ahogo, el cansancio de un año difícil.
    Jesús es nuestro verano.

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