La paz del corazón
Imagina el que fuera un hermoso jardín, que ha sido abandonado por años. La maleza se hizo dueña y ahora lo cubre todo. Cuesta adivinar donde sobreviven aquellas plantas que daban flores y las aromáticas están ocultas entre los cardos. Todo parece perdido. ¿Dónde apreciar belleza en este caos opulento de cizaña y alimañas de toda clase?
Trata de hallar una pequeña muestra de la anterior belleza. Busca bien, con tranquilidad ve revisando parte a parte hasta que encuentres una pequeña flor o una de aquellas plantas que tanto apreciabas. Entonces, deja de lado el desorden general. Pon toda tu atención en esta pequeña maravilla y poco a poco retira de su entorno lo que le dificulta el crecimiento. Crea para ella un espacio libre de peligro y que le permita elevarse y dejarse acariciar por el sol.
Despeja sus lindes, remueve la tierra seca y endurecida y dale nutrientes con agua pura. No estará mal que también acaricies sus hojas y que la controles evitando que hormigas o insectos la dañen. Y a partir de allí, desde ese pequeño sitio limpio reconstruye el jardín. Se paciente, te llevará días, meses o años incluso. No importa la rapidez del avance sino la dirección que llevas. Quién va hacia su destino camina firme y puedes ser indiferente a la velocidad de la marcha. Afincarse en el propósito es lo importante y tomarlo como norte.
Esfuérzate en no dejarte arrastrar por la prisa, esta es enemiga del buen hacer. La ansiedad por el logro final es un espejismo que nos engaña y termina drenando las fuerzas. En el resto de tus ámbitos vitales es igual. Aplica lo del jardín. El ego suele engañarnos ofreciéndonos objetivos grandes y radicales. Pueden ser metas muy santas, pero que de tan altas luego nos dejan caídos más abajo de donde estábamos. Hemos de aceptar que no somos especiales. Somos una persona como todas las demás. Con nuestras cualidades, defectos y particularidades, pero estamos como todos.
La gracia sabe conducirnos. Atender al corazón como criterio para decidir situaciones en las que dudamos. ¿Qué es atender al corazón? No prestarle mucha atención al relato mental acerca de nosotros mismos. Atender más bien a practicar aquellas acciones que nos dejan calidez en el corazón. Si nos detenemos un momento, si respiramos e invocamos a Dios, la voz profunda de la gracia que vive en nosotros nos dirá que decir, que hacer y cómo situarnos ante lo que va ocurriendo.
elsantonombre.org
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Gracias hermano Mario!
‘Buscad primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.
No os inquieteis por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.’
Un abrazo en el Nombre.
Así sea Héctor! Que no perdamos la quietud interior por nada, confiados en la providencia. Un abrazo hermano, en Cristo Jesús.
«¿Qué es atender al corazón? No prestarle mucha atención al relato mental acerca de nosotros mismos». Es bueno recordar esto, porque a veces ese relato, no nos permite cuidar convenientemente el jardín
Así es hermano! Sumergirnos atentos en el presente nos ayuda a desatender “el relato mental” y a estar con la Presencia… Un abrazo fraterno José, Cristo te cuide.