La paz del corazón
«Un murmullo, un impulso atraviesa esos mil años de oración, esos mil años de búsqueda: el deseo de contemplar la belleza de Dios oculta en la Creación y el deseo de contemplar esa Belleza que está por encima de toda creación. Una sed incontenible, una sed insaciable. Pero, al mismo tiempo, una sed serena, apacible, una sed humilde, que aprende a esperar, a alcanzar su meta sin violentar nada ni a nadie. Sed de ver a Dios…
Hablamos de «visión» para referirnos al conocimiento perfecto, al conocimiento que ha alcanzado su plenitud. Un conocimiento que es amor al mismo tiempo, porque conocer a Dios es conocer el amor, ya que Dios es amor (1 Jn 4,8). Y conocer ese Amor supone ir transformándose en él y dejarse transformar por él. Así se van los tres dilatando (el conocimiento, la visión y el amor), a medida que crece la humildad, esa disposición del corazón que permite ir acogiendo más y más a Dios. Disposición interior que no es otra cosa que la limpieza, la pureza de corazón.
El término griego para hablar de la vigilancia es nepsis, una virtud que es condición fundamental para comenzar, mantenerse y progresar en la vida espiritual: «La continuidad engendra la costumbre, y ésta otorga a la vigilancia una cierta densidad natural», escribía Hesiquio de Batos. Esta atención continua es la que hizo prudentes y sabias a las vírgenes del Evangelio (Mt 25, 1-13). En la doctrina filocálica, la vigilancia presenta una progresión: para los que comienzan, está vinculada al miedo a la muerte y al Juicio Final: «Velad, porque no sabéis cuándo será el día ni la hora» (Mt 25,13). Después, la vigilancia se convierte en un austero ejercicio de atención frente a todos los pensamientos que asaltan a la mente, para suprimirlos de raíz.
Gracias a esta rigurosa vigilancia, el espíritu alcanza una claridad interior muy equilibrada y penetrante, que lo defiende de toda turbación. De este modo, la vigilancia introduce en la plena hesiquía, palabra griega de difícil traducción que significa, a la vez, una paz, una calma, una ternura y dulzura inefables y permanentes en el corazón, gracias a la cual todo pensamiento se apacigua, y el monje puede entregarse a la contemplación pura, sin ser distraído por ningún movimiento interior ni exterior. Con palabras de Hesiquio de Batos:
«La vigilancia es un método espiritual que, mantenido con perseverancia y ardor con la ayuda de Dios, libera totalmente al hombre tanto de sus pensamientos y palabras llenos de pasión como de sus acciones perniciosas. La vigilancia proporciona también un conocimiento certero del Dios incomprensible y abre a los misterios divinos y escondidos. La vigilancia hace observar todos los mandamientos de Dios, tanto los del Antiguo como los del Nuevo Testamento, y concede todos los bienes de la vida futura. La vigilancia es propiamente la limpieza de corazón… una pureza que raramente se encuentra hoy en día, por culpa de nuestra negligencia. Ésta es la vigilancia que Cristo exaltó cuando dijo: `Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios’»…
Extraído del libro «Conocimiento espiritual en Filocalía» de Javier Melloni.
Haz click aquí para el audio del primer capítulo
Dos enlaces:
Querido hermano Mario,
Me ha parecido un video muy sincero y transparente que además suscribo desde mi experiencia personal.
Como sabes yo comencé desde el principio del curso y ya seguía el blog de antiguo. El curso me enganchó, estuve un año siguiendo cada clase, aprendiendo, practicando y gozando de la presencia del Señor según el espíritu de la Oración del Corazón y del Nombre de Jesucristo. Pero en esta segunda parte del curso, en este año, se produjo en mí un desenganche. Ya sabes. Quizá pueda estarme pasando algo parecido, acabé saturado de monjes, anacoretas, ermitaños, filocálicos y otros autores y especímenes y yo en el punto en el que me encontraba estaba como parado, y es que la Gracia sabe muy bien lo que es empacho intelectual de lo que es Gracia, espiritualidad verdadera y amor. Y como bien dices esa es la verdadera finalidad del curso.
El libro que nos recomiendas ya lo leí en el primer año del curso aunque quizá sin parar y profundizar, un mero “listo, hecho, a otra cosa”. Merece la pena detenerse en él.
Ya sabes mi espíritu jesuítico. San Ignacio de Loyola dice en los ejercicios espirituales: “No el mucho saber harta y satisface al alma, sino el gustar de las cosas internamente (desde el corazón)”. Ya no lo puedo decir mejor que él y que tú. Vayamos con ánimo a por el librito que nos dices, seamos sencillos aceptando nuestra limitación en estos temas y aunque estemos como dices un mes o dos en ello, recuperemos el gusto.
Tomás de Kempis dice: “No tengas deseo demasiado de saber, porque en ello se halla grande estorbo y engaño. Los letrados gustan de ser vistos y tenidos por tales. Muchas cosas hay que, el saberlas, poco o nada aprovecha al alma; y muy loco es el que en otras cosas entiende, sino en las que tocan a la salvación. Las muchas palabras no hartan el alma; mas la buena vida le da refrigerio, y la pura, conciencia causa gran confianza en Dios.”
Gracias Sergio! Que bueno y nutrido comentario. Y esta perla que nos recuerdas: “No el mucho saber harta y satisface al alma, sino el gustar de las cosas internamente (desde el corazón)”. Ahí vamos poco a poco buscando la ermita interior. Un abrazo hermano, Cristo te cuide.
Gracias Mario. Me ha sorprendido este video tan sincero y necesario. En mi opinión, es una prueba del bien hacer y de humildad. También me alegra deciros que justamente la semana pasada me compré el libro de Javier Melloni; y lo estaba leyendo; pero ahora será infinitamente mejor el nuevo planteamiento que haces; así podemos compartir su riqueza y aprendizaje entre todas y todos.
Un abrazo fraterno
Hola Carmina! me alegra lo que comentas. Sí es un libro breve que ordena muy bien los contenidos principales. Te mando un abrazo fraterno y nos vemos pronto.
Querido Hno. Mario: Todos de acuerdo en que TODO es gracia. Qué bueno el poder frenar y escuchar el susurro del Espíritu.
Gracias por su compartir tan sincero, ello nos ayuda también a nosotros, saber que todos vamos de camino y que como Jesús “descansamos sin más junto al pozo” o “vamos a un lugar tranquilo a descansar”. De todo hay en este caminar hasta llegar a la Patria.
Seguimos unidos en la invocación del Santo Nombre.
Un abrazo fraterno
Hola María! Que lindos los versículos que nos recuerdas. Pues así es. Te mando un abrazo fraterno, invocando a Cristo.
Vigilancia, atención, permanencia mental, espiritual y física en lo cotidiano. Nada fácil jajaj. Virtud que abarca el pensamiento para no desviarse en cosas vanas y no fructíferas. También en emociones y sensaciones, a veces producidas por estímulos externos o internos, otras veces producidas por situaciones internas no asumidas o sanadas desde nuestra historia persona, quizás con influencia psíquica, que empujan a actitudes pocos deseadas lejos de la libertad. También se me ocurre pensar en las acciones que en ocasiones me hacen daño y hacen daño. Pero tan difícil como detectarlas con la “vigilancia” es superarlas, es la continuidad en decisiones concretas con motivaciones y actitudes que me lleven a la plenitud. Es por eso que se me ocurrió pensar si la vigilancia no sólo es una virtud sino también un don. Bah qué se yo. Abrazo.
Hola hermano, Cristo te cuide. Sin duda que es como dices. Toda virtud es un don de la gracia. Lo que no quita que debamos poner el mayor empeño que podamos en «adquirirla»; esto parece irnos modelando o quitándonos lo sobrante que permite que la gracia se haga más evidente en nuestra vida. Al final, la gracia está siempre disponible y nos busca en todo momento. Cuando nosotros creemos estar buscando a Dios, es Él quién en realidad nos busca… Gracias por tu comentario y por esa manifestación final donde reconoces no saber. Lo mismo digo, nos parece que así son las cosas; sin embargo solo Dios sabe. Un abrazo fraterno.
Creo que es una sabia decisión el pararse para tomar la postura adecuada y no perderse ni desviarse. Frecuentemente caemos en ciertas esclavitudes por no saber parar a tiempo y cuando lo hacemos seguramente es tarde. Todo sea realizado para bien y en el Santo Nombre.
Así es José. Cuando uno empieza a estar apresurado es porque ha perdido el centro y allí detenerse. Si no nos damos cuenta nos detiene la gracia con la imposibilidad de continuar. Cada vez me convenzo más de que toda dificultad es un regalo que nos trae un nuevo descubrimiento. Un abrazo fraterno y gracias por tu apoyo constante. Cristo te cuide.
Gracias Mario por esta exposición y confesión.
Aún en ausencia de clases, nos acompañas y enseñas.
‘Hacer pie en la experiencia’, ‘escribir desde el corazón’… gracias !!!
Me recuerda: ‘si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles.’
Abrazo en su Nombre !
Así es hermano. Él lo hace todo. A veces nos olvidamos aunque lo andemos repitiendo y eso nos enseña. Un abrazo en Cristo.