La paz del corazón
«Cada momento y cada acontecimiento de la vida terrena de todo hombre siembra algo en su alma. Pues como el viento lleva millares de invisibles y visibles semillas aladas, así la corriente del tiempo lleva consigo gérmenes de vitalidad espiritual que se depositan imperceptiblemente en el espíritu y la voluntad de los hombres.
La mayor parte de estas innumerables semillas perecen y se pierden, porque los hombres no están
preparados para recibirlas; pues semillas tales como éstas no pueden brotar en otra parte sino en el buen terreno de la libertad y el deseo. La mente prisionera de su propio placer y la voluntad cautiva de su propio deseo, no pueden aceptar las semillas de un placer más alto y de un deseo sobrenatural.
Pues ¿cómo puedo recibir las semillas de la libertad si estoy enamorado de la esclavitud y cómo puedo acariciar el deseo de Dios si estoy lleno de otro deseo opuesto? Dios no puede plantar en mí Su libertad, porque soy prisionero y ni siquiera deseo ser libre. Amo mi cautiverio y me encarcelo yo mismo en el deseo de las cosas que odio, y he endurecido mi corazón contra el verdadero amor…
Si en todas las cosas considero sólo el calor y el frío, la comida o el hambre, la enfermedad o el trabajo, la belleza o el placer, el éxito o el fracaso y el bien o el mal materiales que mis obras han logrado para mi propia voluntad, sólo hallaré el vacío, no la felicidad. No seré nutrido, no hallaré plenitud. Pues mi alimento es la voluntad de Aquel que me hizo y que hizo todas las cosas para darse a Sí mismo a mí a través de
ellas.
Mi principal cuidado no debería ser encontrar placer o éxito, salud o vida, dinero o descanso, ni aun cosas como la virtud o la prudencia, ni mucho menos las opuestas: dolor, fracaso, enfermedad, muerte. Sino que, en todo lo que ocurre, mi único deseo, mi único gozo debería ser el saber: “He aquí lo que Dios quiso para mí». En esto se halla Su amor y, al aceptarlo, puedo devolverle Su amor y con éste entregarme a Él, y crecer en Su voluntad hacia la contemplación, que es la vida eterna.»
Extractos de «Semillas de contemplación» de Tomas Merton
4º Audio/vídeo de Andrea para llevar La oración de Jesús al cotidiano
Muy muy lindo
🥰💙🌊🕯gracias
🙏🏼
Gracias por compartir tan bello y desafiante texto. Nos recuerda la importancia de la presencia activa y atenta al espiritu que nos sostiene y nos rodea. Para poder ser indiferente a lo que nos distrae del camino de la libertad y abundancia que gratuita y fielmente nos da Dios y nos quita los criterios del mundo.
¡Gracias!