Extracto para el día 13

del 4° relato en “El peregrino ruso”

“Mas los efectos directos de la gracia de Dios, durante la oración del corazón, son tan deliciosos que no hay lengua humana capaz de describirlos; a ninguna cosa material son comparables; el mundo sensible es cosa muy baja comparado con las sensaciones que la gracia despierta en el corazón. 

El ciego escuchó con gran atención estas palabras y todavía se hizo más humilde; la oración se iba desarrollando sin cesar en su corazón y le producía un gozo inefable… Un mes entero caminé poco a poco, e iba sintiendo cuán útiles nos son y cuánto bien nos hacen los ejemplos vivos.

Leía a menudo la Filocalía, y por lo que en ella leía, me iba confirmando en lo que le había dicho al ciego. Sus ejemplos inflamaban mi celo y mi amor al Señor. La oración del corazón me hacía tan dichoso que no pensaba que fuera posible serlo más en la tierra, y me preguntaba cómo podrían ser mayores que éstas las delicias del Reino celestial.

Esta felicidad no iluminaba solamente el interior de mi alma; también el mundo exterior se me representaba bajo un aspecto encantador, y todo me invitaba a amar y alabar a Dios: los hombres, los árboles, las plantas, los animales, todo me resultaba familiar, y en todas partes encontraba la imagen del nombre de Jesucristo.

A veces me sentía tan ligero, que tenía la impresión de no tener ya cuerpo y de flotar suavemente en el aire; a veces entraba totalmente dentro de mí mismo.

Allí veía claramente mi interior y admiraba el maravilloso edificio del cuerpo humano; otras veces sentía un gozo tan grande como si hubiera llegado a ser rey…