Vivir en la confianza

«Tengo dudas sobre cómo llevar la respiración. En la meditación sentada inspiro y al expirar repito JESU-CRISTO. Creo que me comentaste al principio de nuestra relación que debía fijarme en la sensación de la salida del aire al expirar que notaba en el labio superior. ¿Es así? ¿Debo concentrarme en ese punto, en la palabra o en ambas?«

Estimado amigo, el asunto es lo que facilita la permanencia en la oración. Debo haberte comentado, que si te ibas a apoyar en la respiración para ir centrando tu mente en la oración de Jesús, te convenía percibir la sensación del paso del aire en esa zona cercana al labio superior. Es apenas un recurso que puede utilizarse.

Te diría que debes concentrarte en repetir el Nombre con todo el ser. De a poco, puede uno decirlo/llamarlo con la mente, las emociones y con el cuerpo mismo al unificar el nombre a la respiración o al corazón.

Pero ten cuidado de no enredarte demasiado en la técnica, busca lo que de modo más simple te ayude a estar unido al Nombre. Prueba con libertad, eso está bien en los principios. Ahora, probar no es ponerse un rato, sino varios días en diferentes momentos. De ese modo puedes ir teniendo experiencia de lo que más te ayuda a permanecer en Cristo.

«¿Cuando estoy en el día a día se debe acompasar la respiración de alguna manera, según repetimos el Santo Nombre o simplemente estoy en calma observando la respiración o solo concentrarme en la repetición? Me vino muy bien un consejo de que cuando estemos dispersos en algo volvamos a repetir el Nombre y volver la atención hacia lo que se hace.«

Cuando se está en movimiento, en distintas actividades, la atención al Nombre de Jesús fluctuará más y puede pasarte que lo olvides por más tiempo, si tienes que atender a múltiples estímulos o poner tu atención en algo muy preciso. No hay problema, es como dices; al caer en cuenta hay que volver a la repetición del Nombre con la mente, con suavidad, como profundizando el espacio interior.

El Nombre de Jesús puede ayudarte a “tomar distancia” de lo que ocurre, puede ser aquél secreto en el que te refugias en lo adverso, o el remanso en el que te bañas cuando viene el torbellino. Si te desplazas unos metros, de una tarea a otra, utilizas esos pasos para afirmarte en el Nombre. Si te descubres tenso, respiras con más profundidad y en eso te apoyas para volver a centrar tu actitud en Cristo.

La confianza en Dios es un estado muy importante. Vivir en la confianza. En el ajetreo diario, encontrar la actitud de confianza en El Señor viene a ser como el ámbito propicio para que brote la oración. Ya estás orando si permaneces confiado. Desde allí, igual que si se canturreara una melodía, uno de a poquito vuelve al Nombre.

La oración de Jesús tiene una particularidad. Si bien puede decirse como pedido, o puede repetirse como llamado, es sobre todo un –descansar en el Nombre- un depositar allí todos los cuidados. Descansar en el Nombre es un permanecer en Cristo. Es el punto central desde el cual mirar y organizar la vida.

Mañana trato de responderte otras preguntas que me haces. Te saludo con afecto fraterno en la efusión del Nombre de Jesucristo.

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