La paz del corazón
(…)
23. Cuando uno vea dilatarse el ardor de su alma en la fe íntima y en la caridad de Dios, sepa entonces que Cristo produce en él la elevación de su alma de la tierra y de las cosas invisibles, y prepara su habitación en los cielos.
Cuando advierta que el propio corazón se llena de gozo y comienza a desear en la compunción, los bienes inefables de Dios, entonces sepa que es movido por el Espíritu Santo.
Cuando sienta su intelecto lleno de una luz indescriptible y de conceptos de la mejor sabiduría, entonces sepa que se trata de la visita del Paráclito en su alma, quién quiere manifestarle los tesoros del reino de los cielos escondidos en él, y que se cuide atentamente a si mismo como a un palacio de Dios y una habitación del Espíritu.
24. La custodia de los tesoros escondidos del Espíritu es el descanso de las cosas humanas, que propiamente se llama Hesiquía. Ésta, ascendiendo con más fuerza, por la pureza del corazón y el placer de la compunción, el eros de la caridad de Dios, desata al alma de sus vínculos con los sentidos y la persuade de abrazar la libertad de sus modos habituales.
De tal modo, convertidas sus potencias, las llama al estado conforme con la naturaleza y otorga a ambos la antigua integración, para que ningún vicio se erija en acusador frente al Creador de los bienes, seguido por el descarrío y el movimiento de la imagen hacia lo que es peor.
25. A esta perfección sagrada y divina lleva la hesiquía recta y luminosamente sabia, esto es, ejercitada y conducida según las reglas. (…)
46. El espíritu es luz, vida y paz. Por lo tanto, aquél que es iluminado por el Espíritu divino, viviendo en paz, cumple con una vida tranquila. (…)
de «Cien capítulos gnósticos» de Nicetas Stethatos en Filocalía
Ed. Lumen, Tomo III, pag. 460/67 – Buenos Aires 2005 –
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Gracias por la reflexiòn sobre la hesiquìa, es un concepto tan profundo que siempre dà para aprender algo màs en el caminar hacia Dios…….