La paz del corazón
«… El hombre está acostumbrado a creer que su estado normal y ordinario es el de “pensar” o “tener pensamientos” porque desconoce que su estado natural es “sin apropiación de pensamientos” o incluso, “sin pensamientos”, es decir, pura consciencia. En cuanto uno observe atentamente sus pensamientos advertirá que él no piensa sino que “es pensado”, es decir, que los pensamientos brotan en tropel al interpretar lo que los sentidos ven, oyen, tocan, gustan, olfatean… o tiñen con emociones derivadas de sus
hormonas, condicionamientos culturales, genéticos, etc.
Somos muchos los que ignoramos que todos los pensamientos no son otra cosa que «fantasías de las cosas sensibles y mundanas” (Filocalía, Hesiquio en «Discurso sobre la sobriedad»). Los pensamientos son un instrumento tan irrefrenable que han llegado a tomar posesión de la mente. Basta con reparar en los propios pensamientos para comprobar que parecen brotar incesantemente y subsistir con total independencia de la voluntad humana.
Pero el problema no son solo los pensamientos en cuanto tales, sino la persistencia en apropiarse de la información que ellos procuran. Si no hay apropiación, la información es neutra de modo que los pensamientos acaban por ser como un eco lejano que finalmente desaparece permitiéndonos recuperar la simplicidad edénica originaria…
Siendo el estado natural o paradisíaco del hombre el de desapropiación de los deseos y pensamientos, es decir, el de la pura consciencia, ¿cómo desapegarnos de ellos para recuperar la paz originaria? El hombre se encuentra en medio de dos mundos que percibe como aparentemente reales; el mundo del espíritu y el mundo de los sentidos, el mundo de lo que somos por naturaleza y el mundo de lo que parecemos ser. Según San Bernardo, “El conocimiento de sí mismo se cifra en el conocimiento de la dignidad de nuestra naturaleza y de la indignidad de nuestro estado”. O dicho en otros términos; comprendiendo las causas de la Caída se puede recobrar la paz perdida…
Tras la «expulsión» del Paraíso, el hombre caído habita el “país de la desemejanza” y parece condenado a ser agitado indefinidamente por la inestable pluralidad de objetos. El hombre vive en la región de las “desemejanzas” (San Agustín, en Confesiones) pero añora el Paraíso perdido. Por un movimiento del corazón, el orgullo ha deformado la imagen de Dios que lleva inscrita en su ser, de modo que sólo por un movimiento del corazón podrá restaurar la semejanza pérdida».
Extraído del capítulo «La ciencia y arte de la meditación en el cristianismo» en «Historia de los métodos de meditación no dual» de Javier Alvarado Planas
Enlace recomendado: El hecho místico, un ensayo de Fenomenología:
Buenos días desde Morelos en México. Me pueden proporcionar algún correo electrónico, donde pueda contactar con el hermano Mario? Por su atención gracias. Eugenia de Fuentes
Hola Eugenia, Cristo te cuide. Puedes escribir a elsantonombreblog@gmail.com Un saludo fraterno, invocando el Santo Nombre!
Evidentemente el parloteo mental es el camino de la infelicidad. Quizás la autohipnosis puede proporcionar una cierta paz y y trasladarnos a momentos concretos sentidos en la propia piel. Crear nuestros propios refugios espirituales con sus propios mantras y la oración de Jesús. El vínculo más importante.
Buenas tardes empecé a ver las clases de Filocalia hasta la tercera parte de Casiano el romano y no puedo seguir este curso. Es que lo van a poner nuevamente.? Cómo lo puedo seguir. Espero su respuesta gracias
Hola Claudia, el curso que dices está disponible. Fijate bien en la pestaña cursos. Lo que puede suceder es que ahora el enlace esté más abajo. El que lleva clave es el nuevo curso que inició el 13 de agosto. Te dejo el link al curso que dices de 2020/22: https://elsantonombre.org/curso-sobre-la-filocalia/ Un abrazo fraterno en Cristo Jesús!.