La paz del corazón
(Job 38, 4 – 38, 12)
La sustancia misma de la vida. La creación entera en su regreso al origen, es un modo universal de oración. Todo esta regresando al Padre y cada partícula y criatura por más pequeña que parezca, hace oración cuando desarrolla su impronta; ese particularísimo modo de ser las cosas distintas de las otras. La diversidad cobra sentido al buscar la unidad y esta búsqueda subyace a todos los movimientos, a todos los hechos y aconteceres, a todo el irse dando la vida en sus innumerables formas. Nuestra propia vida ya es oración. El proceso de elevación espiritual y vuelta al hogar es, en todo caso, un modo de hacernos conscientes de que oramos continuamente.
Hace oración el pobre cuando busca saciar sus extremas carencias y el rico cuando busca un nuevo objeto que le anestesie su vacío. Hace oración el creyente cuando cree y el ateo al negarse a creer. La semilla al despuntar el tallo, la flor al florecer y también al marchitar. De la mañana a la noche, todo es oración sin interrupción. Oran los bebés al llorar y las madres al consolar y rezan los astros cuando danzan en sus órbitas y las estrellas al morir. En cierto modo, podríamos decir; que el universo es un templo infinito cuyo sagrario se encuentra escondido en la esencia de cada ser. O también, que todo entona con su particular modo el Santo Nombre de Dios.
Bueno, ¿pero nuestra oración personal o la oración comunitaria o eclesial?
Es el modo en que aceptamos la primacía absoluta de Dios y nos vamos haciendo conscientes de ser hijos muy amados. Nos damos cuenta de quienes somos, de donde estamos y del sentido profundo de la vida. Nos reconocemos carentes de plenitud, viviendo en el exilio y advertimos que peregrinamos desde el día en que nacimos, hacia la patria verdadera. El sentirnos solos, separados, angustiados, inquietos o preocupados y un largo etcétera, nos pone de relieve la condición caída. Ese olvido ancestral de la gloria que portamos. Ese aliento que nos fue insuflado y que nos convirtió en seres vivientes. (Gen 2, 7) Los diferentes modos de oración son modos de caminar hacia ese reencuentro.
Vivir en oración es el más pleno ejercicio de nuestra libertad. Es decir, vivir en el reconocimiento de nuestra absoluta dependencia de la divina providencia. Sumarnos con todas las fuerzas a este designio que se nos revela en cada instante, es caminar por el sendero recto; un camino fácil donde nos dejamos llevar y depositamos las cargas en Cristo. (Mateo 11, 30) En este sentido, cada repetición de La oración de Jesús o de la forma personal de oración; desaloja algo de nuestra voluntad caída o maquinal y permite la impresión en el alma de lo que Dios quiere de nosotros. En realidad, cada oración que hacemos es el modo en que Dios nos llama de regreso. (Juan 15, 16)
*Este mes de noviembre 2021, si Dios quiere, lo dedicaremos al tema de la oración y de la esencia de las comunidades cristianas.
Hoy, dos audios y un aviso:
«Verle es verte» – Sobre Nicolás de Cusa (Audio en Youtube)
«Las experiencias extáticas en San Agustín» (Audio en Youtube)
Hermanas/os en Cristo Jesús: Este mes de noviembre los momentos de oración se llevan a cabo a las 7, 16:30 y 22 horas de Argentina; 11, 20:30 y 2 horas de España y equivalentes. El enlace es el habitual aquí:
https://us02web.zoom.us/j/88619724529
Hermoso y profundo texto, pero que llega con sencillez al corazón.
Ya hace un mes… o quizá dos, que encontré este blog por casualidad.
Mi recelo inicial, la verdad que ya desapareció, y doy gracias a Dios por tan hermoso regalo.🙏
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Gracias hermano que hermoso texto
Gracias a ti Laura, por tu compañía y apoyo. Un abrazo fraterno invocando el Santo Nombre de Jesús.