Atención sin tensión

Finalmente, el tercer paso consiste en permanecer o habitar lo más intensa y constantemente en ese estado en el que la atención está vuelta sobre sí misma. Inicialmente, en las primeras etapas de la práctica del auto-recuerdo, para mantener una continua atención en sí mismo, se han de observar los propios pensamientos con una distancia cada vez mayor. Pero después, consolidada esa distancia con los pensamientos, ha de volverse la atención hacia sí misma de una manera tan natural y espontánea que “cuando se le dice al alma: «conócete a ti misma», al momento de oír a «ti misma», si lo entiende, ya se conoce, no por otra razón, sino porque está presente a sí misma” (De Trin., X, IX, 12). SAN AGUSTÍN Y EL MÉTODO DE LA ATENCIÓN A SÍ MISMO

Morando en ese estado de simpleza o inocencia primigenia, sólo cabe permanecer allí en una atención sin tensión esperando humildemente a que vea Dios “dónde estoy (…) y que se apiade de mí y me sane” (Sal 6, 2). Es en ese estado de interiorización exenta de distracciones cuando es más fácil que la influencia espiritual obre en nosotros como «maestro interior»; «No ames habitar en el Templo, sino en Quien lo ha construido» pues in interiore homine habitat Christus (In Jo., 14, 8).

Es en ese estado de profunda interiorización donde, una vez despojada el alma de sus adherencias sensoriales, se revela una presencia o consciencia luminosa que no es producto de la imaginación ni del pensamiento sino que es el intelecto puro o espíritu (el alma); “Esto lo conoce en sí misma, y no se imagina que lo percibe, como lo corpóreo y tangible, por los sentidos, cual si estuviera en los aledaños de sí misma. Si logra despojarse de todos estos fantasmas y no cree que ella sea alguna de estas cosas, lo que de ella misma quede, esto es ella” (De Trin., X, X, 16).

También se descubre que esa presencia luminosa no ha surgido de ningún lugar de fuera sino que siempre ha estado allí, ocultada por el parloteo de la mente. Por supuesto que esta atención no solo ha de ejercitarse durante los momentos de meditación y recogimiento sino durante la mayor parte del día. Bien es verdad que ejercitando primeramente esa capacidad de recogimiento durante la oración contemplativa, el hombre podrá más fácilmente trasladar ese hábito de autoatención o auto-recuerdo al resto del acontecer diario, en los actos y pensamientos, la relación con los demás, en suma, una atención al presente, al ahora.

Extraído de las págs. 380/81 de la «Historia de los métodos de contemplación no-dual» de Javier Alvarado

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