La paz del corazón
(…) El clavo penetrante se ha convertido para mí en una llave que me ha abierto el conocimiento de la voluntad del Señor.
¿Por qué no he de mirar a través de esta hendidura? Tanto el clavo como la llaga proclaman que en verdad Dios está en Cristo reconciliando al mundo consigo.
Un hierro atravesó su alma, hasta cerca del corazón, de modo que ya no es incapaz de compadecerse de mis debilidades.
Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el sol que nace de lo alto.
¿Qué dificultad hay en admitir que tus llagas nos dejan ver tus entrañas? No podría hallarse otro medio más claro que estas tus llagas para comprender que tú, Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia.
Nadie tiene una misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a la condenación.
San Bernardo de Claraval.
Por sus llagas hemos sido curados….bendiciones. P. Juan Cardona
Paz y bien, hnoas y hnas, “Nadie tiene una misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a la condenación” sin duda alguna, bendiciones.