La paz del corazón
«… La experiencia inmediata, que nos llega a través de los sentidos, es que somos materia, por lo tanto, limitación, contingencia, inconsistencia, etc. Con esta perspectiva nos sentiremos siempre inseguros, temerosos, tristes. La experiencia mística nos lleva a una manera distinta de ver la realidad. Descubrimos en nosotros algo absoluto, sólido, definitivo que es más que nosotros, pero es también parte de nosotros mismos. Esa vivencia nos traería la verdadera seguridad, libertad, alegría, paz, ausencia de miedo.
No se trata de entrar en un mundo diferente, acotado para un reducido número de personas privilegiadas, a los que se premia con el don del Espíritu. Es una realidad que se ofrece a todos como la más alta posibilidad de ser, de alcanzar una plenitud humana que todos teníamos que proponernos como meta. Cercenamos nuestras posibilidades de ser seres humanos cuando reducimos nuestras expectativas a los logros puramente biológicos, psicológicos e incluso intelectuales. Si nuestro verdadero ser es espiritual, y nos quedamos en la exclusiva valoración de la materia, devaluamos nuestra trayectoria humana y reducimos al mínimo el campo de nuestras posibilidades.
La experiencia del Espíritu es de la persona concreta, pero empuja siempre a la construcción de la comunidad, porque, una vez descubierta en uno mismo, en todos se descubre esa presencia. El Espíritu se otorga siempre “para el bien común”. Fijaros que, en contra de lo que se cuenta, no se da el Espíritu a los apóstoles, sino a los discípulos, es decir a todos los seguidores de Jesús. La trampa de asignar la exclusividad del Espíritu a la jerarquía se ha utilizado con demasiada frecuencia para justificar privilegios y poderes especiales. El más poseído del Espíritu es el que más dispuesto está a servir a los demás…»
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Pentecostés en el blog del padre José Antonio
El Espíritu se otorga siempre “para el bien común”.
Se otorga….
Quién lo otorga?
Cuándo lo recibimos?
Cómo lo recibimos?
Lo recibimos con sólo creer en Jesús?
Se necesita de una celebración especial en la Iglesia para recibirlo?
Lo recibimos de un Obispo, de un Pastor?
Una vez que lo recibimos, permanece para siempre en nosotros?
Cuántas preguntas!
Abrazo en Cristo
Hola Fanny, ¡cuánto me mueven tus preguntas! Te comparto aquí de lo que a su vez me han compartido:
¿Quién lo otorga?
Lo otorgan Dios Padre, y Jesucristo. “Y yo rogaré al Padre, y el les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad” (Jn 14, 16). “El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo…” (Jn 14, 26). “Les digo la verdad, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré” (Jn 16, 7).
¿Cuándo lo recibimos?
Podemos recibirlo en cualquier momento, pero ciertos tiempos son más propicios como, por ejemplo, Pentecostés.
¿Lo recibimos con sólo creer en Jesús?
Jesús dice: “Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día” (Jn 6, 40). Ahora en cuanto a vivir en el Espíritu Santo, es necesario seguir las enseñanzas de Jesús: “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes” (Jn 14, 15).
¿Se necesita de una celebración especial en la Iglesia para recibirlo?
El Espíritu Santo se da en cualquier lugar y en cualquier tiempo, y a cualquier persona. Ahora bien, se da especialmente en la Iglesia con Sacramentos como el Bautismo y la Confirmación, y en celebraciones como la Vigilia de Pentecostés, y toda Santa Misa (“el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”).
¿Lo recibimos de un Obispo, de un Pastor?
En el Sacramento de la Confirmación lo recibimos de un Obispo o de un vicario de un Obispo, o de quien el Obispo designe cuando él no puede estar presente. En el Sacramento del Bautismo, del sacerdote que lo celebra, así como en una Vigilia de Pentecostés, del sacerdote que impone las manos.
¿Una vez que lo recibimos, permanece para siempre en nosotros?
Cuando lo recibimos sacramentalmente, somos marcados con su sello para siempre. Sin embargo, nuestra vida en el Espíritu estará en relación con el seguimiento de las enseñanzas de Jesús, con la necesaria reconciliación y con la oración. Es como en una relación con un amigo.
¿Cómo lo recibimos?
Lo recibimos especialmente queriendo recibirlo, pidiéndolo en oración, invocándolo, y perdonando y pidiendo perdón, abriendo el corazón. ¡Cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan! (Lc 11, 13)
Un abrazo!
Gracias!!!
Abrazo en Cristo.