La paz del corazón
– Al despertar, lo primero que debes hacer es invocar al Señor Jesucristo, del modo que puedas, con devoción o sin ella; simplemente tenerlo en la boca, repetir su nombre, mientras te higienizas y vistes preparándote para el día.
– Ignora todo sentimiento o pensamiento negativo que pueda sobrevenirte, se deben al cuerpo que aún medio aletargado se niega a servirte.
– Una vez dispuesto y adecuadamente listo, pero antes de hacer cualquier actividad que sea que hagas, busca la sensación de Su presencia. No hay nada mas importante que situarte en ella.
– Hay signos claros de que te has ubicado a “Su lado”. Tu mirada tiende a percibir la belleza de lo que observas, aún si no lo es desde los cánones de perfección establecidos. Hay como una apreciación de lo bello que transcurre y una cierta percepción amorosa que naturalmente te acompañará. Sin estos signos, no estás donde debes estar para ServiLe adecuadamente.
– Si esto te falta, careces de lo esencial, no tendrá sentido lo que hagas. Por lo tanto sumérgete en la oración, vocal o mental o aquella por la que sientas especial predilección; pidiéndole al Señor que te acompañe haciéndote sentir Su gracia.
– Si los compromisos te impiden seguir en oración, trata de mantener la invocación en tu mente, aún en las actividades, persistiendo en la búsqueda de aquello que transforma toda actividad en sagrada expresión.
– Cuando trates con los demás, busca esa perspectiva que te permite ver en ellos lo más positivo. No hay persona por mas alejada de la gracia que esté, que no tenga alguna cualidad. Aprende a distinguirla y apóyate en ella para descubrir en el otro, los rasgos de Dios.
– La in habitación del Espíritu Santo en nosotros es lo único que puede colmarnos, no quiere el ser humano otra cosa en realidad, aunque no lo sepa. Esa plenitud es lo que busca la humanidad en todo lo que hace.
– Por eso debes aprender a ver en las actividades de los demás tu mismo impulso, aunque en distinto momento del camino hacia Dios.
– En suma, cuando el amor inunde tu mirada derramándose así sobre toda persona o situación, habrás llegado adonde se te espera desde el principio mismo de las cosas. Por eso, cuando te sientas lejos de allí invoca al Señor y dile: ¡Ven Señor y mira a través de mis ojos! ¡Santifica esta circunstancia!
– Recuerda a Roberto, el Abad de Ciudad de La Paz en Belgrado, cuando aconsejaba el ejercicio de preguntarse con frecuencia: ¿Quién esta mirando ahora por mis ojos?
– Finalmente hijo, utiliza el simple método de hacer en todo, aquello que a tu Señor agradaría. Aunque sabemos que Él se encuentra mas allá de toda variación y movimiento, esta consideración te servirá mucho, porque la conciencia no podrá engañarse respecto de la índole de cada actividad si lo pones a Él como medida.
– Ante cada suceso di internamente: “Bendito el que viene en nombre del Señor”; porque aunque a veces no parezca, todo acontecer viene de Él y para nuestra edificación espiritual.
– Entonces, actúa en todos y cada uno de tus pasos para agradarLe , busca en ti su mirada amorosa hacia toda manifestación y acepta cada momento como enviado para ti, por su particular providencia.
– Si haces lo que te digo, llegarás a la bahía de todos los Santos, donde recalan gozosos los navegantes de la gracia, repostando en el puerto de la impasibilidad. Podrás así continuar el viaje hasta el país del abrazo silencioso, la región del perpetuo cobijo, allí donde reina Cristo, en la única y verdadera tierra prometida.
elsantonombre.org
Publicado por Ed. Narcea en
Links:
Es íncreiblemente providencial este comentario a nosotros, unos cristianos que solo queremos ser » mas de Dios». Gracias por la ayuda hermano. Te encomiendo a María.
Que gratificante es a mi espíritu y a mi cuerpo físico este mensaje. Estoy aprendiendo y entendiendo que en todos los actos de mi vida debe estar presente Dios, porque esta es la garantía de que siempre estoy bajo su protección a pesar de mis miserias y de mi condición pecaminosa.Ademas gracias a la sencillez del escritor de este articulo porque al usar un peudonimo me da a entender que lo que hacemos es de Dios y que no importa nuestro nombre.
Pingback: Consejos del solitario (via Hesiquía) « Hesiquía
Que lindo es venir a los pies de Cristo y reconocer que el nos creó y no nosotros a nosotros mismos.Quiero vivir mi vida a los pies de Él para que un día me tome en sus brazos y sentir que nada me puede separar de su amor.
¡Que propósito puede ser mejor!
Que El Señor le conceda ese deseo y le muestre Su rostro.
En comunidad de oraciones.
¡Fantástico, simplemente fantástico! Gracias