La paz del corazón
Dudas no me quedan, en este mundo existe gente muy curiosa, por demás extraña.
Es el caso de el Hermano Calixto, sobre quien os escribo. Le digo Hermano por fraile y no por parentesco, que apenas nos conocemos. Se pasa todo el tiempo en su ermita, el día y la noche.
Aunque siempre fui cristiano nunca muy devoto y menos de andar liado con curas, pero Carmen me pidió que acudiera, que no se animaba sola y como está muy enferma no pude negarme. Hermana de mi madre, me cuidó desde niño y le debo mil favores.
El asunto es que nos llevó mas de un día entre el bus y la caminata y ella muy dolorida. La casucha esta a buen resguardo bajo unos árboles frondosos y lejos del camino. Hay que atravesar un pequeño cauce seco y arenoso y se la puede ver como una choza pobre entre pastos altos. Sola como de menesteroso.
Había como una docena de personas esperando. Todas achacosas acompañadas por familiares. Cuando entramos me tranquilicé porque esta bien limpio él y la choza. Tiene unas figuras de la Virgen y un Cristo grandote casi como de Iglesia empotrado en la pared. Tres velas prendidas. Debiera hacer calor por lo pequeño pero está fresco y se respira buen olor.
Abraza a la Carmen como si fueran viejos conocidos. A mi me da la mano y me aprieta fuerte y me muestra un rincón para sentarme. Delante del Cristo tiene unos frasquitos con agua bendita y un rosario no se le cae de las manos.
Se ponen a platicar bajito y a los dos minutos la Carmen llora como si la hubieran azotado. Después me dijo que fue como si la hubieran vaciado, que nunca se había pensado haber lastimado tanto sin saberlo a gente que quería y que él se lo había adivinado.
Luego me ha contado que pide por cada intención que le acercan, que se toma el trabajo de interceder por todos pero afirmándose en la fe que tiene y en su deseo del bien. Y aunque no entiendo muy bien que quiere decir ella con eso, si me doy cuenta que no es de engreído sino porque es totalmente confiado a lo que Dios haga.
Mi tía ha llorado un buen rato y después el monje le ha puesto las manos sobre la mollera y se ha puesto a decir unos Ave María y unos Padre Nuestro y le pedía a Cristo que le tuviera pena. A mi que no soy nada blando me a dado ternura y como flojedad en el cuerpo y me acordé cuando era niño y admiraba los curas y hasta se me había ocurrido serlo.
Luego me ha pedido que me arrodille y me preguntó si quería comulgar, si estaba en condiciones y yo le dije que no, la verdad, no se cuanto ha que no me confieso. Me dijo entonces que bueno que tratara de no ser tan tozudo con mis empleados. La atinó en el punto porque es lo que todos me critican.
No nos cobró nada y nos dio un crucifijo a cada uno y dos frasquitos con agua bendita. Reconozco que me sentí muy raro y que ahora miro la religión de otra manera. Carmen me dijo que no sale nunca, que come muy poco y que no hace curaciones sino que hace confesar los pecados de verdad. Como si saliera lo que tiene que salir de adentro y no lo que nos parece. Y eso sana.
Ella volvió contenta y se la notaba muy derechita y no con la joroba. Por lo que sé sigue de perlas. A mi, aunque no te lo creas, me han dado ganas de ir a misa los domingos y acompañarla. No sé cual milagro es mas grande.
Te mando esta ha pedido de tu hijo que dice que te vendría bien saber de este hombre porque te gusta todo esto. Te mando mis cariños y para todos los tuyos.
Enviado por Paco
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Nueva Espiritualidad Monástica
Hno.Laszio, muchas gracias por su entrega y animacion. Todavia tengo problemas con el valor sacramental de la confesion como Uds. y la catequesis la describe ya que me parece mas importante el aspecto de pedir perdon enfrente de la persona a la cual se ha ofendido en vez de expresar sus faltas enfrente de un sacerdote bien conocido o desconocido santo o pecador. A mi me parece la confesión mas una cuestion entre la conciencia personal y la la persona que se ha ofendido, (y cual esta representando en este momento Jesu Cristo – aunque no en modo sacramental- ) Mt. 5,24- en vez de una cuestion del oficio o cargo eclesial. En caso que la otra persona no me perdone aunque le haya pedido que me perdone, la confesion institucionalizada puede tener aquel alivio o frescura de la cual Ud. habla. Nada mas en caso que la otra persona me perdone seria el alivio y la frescura mas autentica y mas personal. Siempre se queda enfrente de Dios ya que El es nuestro creador. Seguramente hay pecados como la mentira enfrente de sí mismo con la cual se dirige directamente a su conciencia y por ella a El.
Muchas gracias, Flavia por tu buena apologia y tus buenos deseos y bendiciones. Nunca se tiene que decir «nunca.»
Yo en cambio tengo una experiencia totalmente positiva con la confesiòn. Normalmente la hago una vez al mes, y me parece de llegar arrastrando un fardo ya muy pesado, del cual no veo la hora de liberarme. Y què alegrìa cuando vuelvo a casa renovada por la gracia de Dios!
Santa Teresita, cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él». 🙂 Màs allà de la anècdota simpàtica, para mì esto es tambièn muy claro. Voy a hablar con Jesùs. Obvio que me da verguenza, y èsto forma parte de la pena que nos toca pasar por nuestros pecados, èsta forma de humillarnos ayuda a nuestra conversiòn, pero hay que poner en la balanza si pesa màs nuestra incomodidad o la felicidad que obtenemos despuès, y para mì no hay punto de comparaciòn.
Aparte que Jesùs ya sabe todo, ya sabe las macanas que me mandè, no le puedo decir nada nuevo, tengo sòlo que ir a que me de su perdòn. No serìa terrible que lo tuviera que saber directamente de mis labios? Que se enterara por mì las veces que lo ofendì y còmo? Ahì si que no tendrìa nunca el coraje para decidirme!
Holle, te deseo de todo corazòn que algùn dìa puedas acercarte nuevamente a èste sacramento, fuente de Vida y de Paz interior, de la mano de un santo sacerdote que te haga presente la Misericordia infinita de Dios, que espera sòlo que le abras la puerta.
Muchas bendiciones para ti y para todos los lectores del blog.
Mi punto de referencia no es exactamente la confesión institucionalizada aunque es el punto central del texto «Hermano Calixto». Es mas la observacion que las palabras «tien piedad» salen relativamente facil de los labios o del mente en una plegaria mientras las palabras «perdoname» solicitan verdadera humildad cuando se dicen a otra persona.
En cuanto a la confesion, Mario, yo tengo una muy mala experiencia en mi juventud hace mas de 30 años con ella. Desde hace entonces nunca mas entré a un confesionario.
No obstante, Flavia, tambien yo soy convencida que la conciencia se forma enfrente de Dios no solo enfrente de los hombres.
Ojalá pueda confesarse Holle.
No se trata de que el sacerdote sea santo o no lo sea, ni de que de buenos consejos o no; ese sacramento es un misterio enorme, pero verá como se le producirá una purificación que le hará sentir frescura y renovada amistad con Dios.
Es un aporte desde la fe, no quiero imponerle nada.
Un saludo desde el amor de Cristo, fuente de toda misericordia.
Hola Zambullida, Sor Cecilia, Holle y Flavia:
En mi experiencia personal, me costaba mucho la confesión a una persona, el sacerdote; me resultaba vergonzoso. Claro, con el tiempo me di cuenta que lo que se avergonzaba era el ego, esa capa de imagen de mi mismo que pretendía mantener ante los demás. Allí vino a ser además de sacramento, ejercicio de auto vencimiento o de doblegar «la coraza».
También me ha servido, entablar un diálogo interior con Dios, cada vez que percibo una falta, he sentido la misericordia aún antes del sacramento.
Les agradezco mucho la participación, esto de interactuar lo hace mas vivo y enriquece. Cristo los guarde.
Tienes razòn, Holle Frank, el tener la palabra «Dios» en los labios no es garantìa de nada, lo que vale es lo que cada uno alberga en su corazòn y llega a transmitir.
Todos somos importantes, cada uno con su funciòn. Y seguramente cumplir la voluntad de Dios en cada situaciòn a la cual estamos llamados, permite «respirar» al mundo. Por otro lado, no podemos negar la generosidad de estas personas, que se olvidan totalmente de sì mismos y ofrecen sus vidas por los demàs. No son ni mejores ni peores. Responden a un llamado particular, muy valioso por cierto, y muy sacrificado.
Con respecto a pedir perdòn, dirìa que las dos cosas van de la mano. No serìa correcto pedir perdòn solo a Dios, y hacer de cuenta que no ha pasado nada con tu hermano. Zaqueo, cuando fue invitado por Jesùs, se comprometiò a devolver el cuàdruplo de lo que habìa robado. Pero creo que èsto es simplemente la consecuencia lògica del primer movimiento del alma, que nos hace pedir perdòn a Dios por haberlo ofendido despuès de haber recibido de parte suya solo amor de Padre. Viviendo este ser hijos suyos, sentimos tambièn la fraternidad con los que hemos ofendido, y corremos a reparar nuestro error.
Si no lo entendemos asì, en mi humilde opiniòn, nos falta profundizar un poco màs nuestra fe, que es tan rica.
Cada persona en el mundo que vive con atencion por el otro, que da una risa de buena voluntad hablando con el otro, es el «pulmon del mundo» en aquel momento. Llevar siempre la palabra «Dios» en los labios no santifica en sí. Ademas darse cuenta de sus mismos defectos y debilidades y pedir perdón a otra persona por haber la ofendido puede ser mas difícil y tal vez santifica mas que pedir perdón enfrente de Dios. Enfrente de Dios puede ser un ritual cómodo de pedir perdón, pedirlo a otra persona es humildad real.
No hay nada más reparador que una buena confesión. Por otra parte, la verdad, dicha con amor, sana y el poder de la oración es tremendo: lo que hacen los eremitas, frailes, monjas de clausura no tiene precio. Ellos son el pulmón del mundo. Yo estoy aquí gracias a la oración, no tanto a la mía, como a la intercesión de otros.
Me ha soprprendido hallarle como seguidor de mi blog, gracias por hacerlo.
Por el momento he paseado un poco por su Casa, y hay tanta materia que no se por donde empezar. No obstante poco a poco lo iremos viendo.
Referente al asunto de la confesión, le diré que yo estuve 20 años huyendo de la Iglesia, hasta que al final pudo más la gracia que mi desencanto con los cristianos. Una tarde, el 25 de enero, me confesé y tuve que esperar la absolución una semana. Soy una convertida y feliz de haber regresado a la Iglesia. Fui monja carmelita descalza 5 años largos, pero mi salud no me permitió seguir en mi amado carmelo.Hoy soy desde hace 12 años Dominica y sigo igual de feliz, ya que el Espíritu Santo me ha dado 2 carismas para conocer más a Cristo.
Reciba mi ternura fraterna
Sor.Cecilia Codina Masachs.
sorceciliacodina@gmail.com