La paz del corazón
“Nos pasamos años enteros, a veces toda la vida, regateando con Dios a ver si nos vamos a entregar del todo a él o no”. Son palabras de un gran maestro del espíritu, el padre Lallemant, y son también la historia de nuestras vidas. Dudas, regateos, retrasos. Esto sí y lo otro no. Hasta aquí de acuerdo, más allá ya veremos. Claro que lo haré, pero ahora no. Retrasar es también regatear. Regatear con el tiempo. Hoy no, quizá mañana, si no más adelante. La plegaria de Agustín: “Dame castidad, Señor…, pero ¡no ahora!”. Hazme puro, hazme santo, endereza mis caminos y redime mi vida; concédeme esa gracia, señor, pero…, por favor, ahora no. Cámbiame, Señor, pero espera un poco. Ahora estoy muy ocupado, tengo muchas cosas que hacer y no tengo tiempo; aún soy joven y tengo toda la vida por delante y, desde luego, quiero servirte y amarte con toda el alma, y así lo haré con tu gracia que pido desde ahora para ese día y espero y estoy convencido que así será; espero ser todo tuyo… a su tiempo. Un tiempo que nunca llega. Es verdad que Dios, en su misericordia, escuchó, la primera parte de la oración de Agustín y no hizo caso de la segunda; pero al mirar el mundo de hoy y ver que no hay muchos Agustines, me temo que no siempre hace eso. A la oración a medias, como a la fe a medias, le faltan la sinceridad y la energía que rompen obstáculos y alcanzan la meta. Así no se avanza.
Carlos G. Valles, S.J. Saber Escoger. El arte del discernimiento. Salterrae, Santander, 1986 pp.98-99
Hoy, septiembre 3 de 2012, he vuelto a leer esta hermosa página y de nuevo veo lo cicatero que he sido con Dios y cuanto lo he tenido alejado de mi vida. Hoy, cuando atardece mi estadía en esta tierra, he deididio entregarme totalmente a El, a través de la oración continua. Estoy en el paso de Iniciación a la oración del Camino C atecumenal, y con sorpresa he encontrado que se me enseña con la oración de Jesús, repetida una y mil veces más. «Señor Jesús, hijo único de Dios ten compasión de mi que soy un pecador». En verdad, necesito del amor de Dios y del perdón y la misericordia continua de Jesucristo, el Mesías, el Hijo Unico de Dios, mi Redentor y Salvador.
nada de comentarios, todos los escritos me invitan a reflexionar… a pensar que regateo tanto y todos los días…. para cuando Señor???? hazme solo tuyo, dame tu amor y gracia y que esto me baste!!!!!! Juan de Santa María.
Señor. ten compasión de mi que soy un pecador. Infunde en mi alma y en mi corazón el deseo inmenso de servirte siempre, de adorarte todos los días, de reconocer que eres mi único y verdadero Dios. Perdona mis infidelidades. Disculpa mi comportamiento frío y distante. Inunda mi alma con el Espíritu de Cristo para así estar continuamente en tu divina presencia. Dame la fortaleza para estar atento a tus divinos designios. Ten compasión de mi cuando yo me olvide de Ti, mi Dios y Señor.
Gracias hermano por esto que nos comparte, aunque pasen los años uno sigue teniendo resistencias, buscando y a la vez posponiendo el encuentro…entonces desearía que el Señor me asalte, me tomé de sorpresa, aunque sea por la fuerza, o cuando esté dormida y no pueda resistirme.
y… el amor es entrega total, en la intención. Es tan difícil «encarnar el amor». Maestro, tú lo sabes todo, sabes que te amo.
A poco de cruzar el Mar Rojo, el pueblo de Israel hambriento, alegaba contra Moisés «¡preferimos las ollas llenas en Egipto, que el mana del desierto!», “preferimos ser esclavos de faraón antes que perecer de hambre y sed donde nos has traído” (Num 11, 4-6). No pocos de nosotros preferimos ser esclavos del pecado y tener comida (léase “gustos”) en abundancia, que optar por ser hijos de Dios y saborear el pan de la cruz. El sabor de Cristo es un sabor de cruz. Por eso no es extraño que un mundo hambriento de Dios, muchos regateen y opten por engolosinarse con “comida chatarra espiritual”, buscando lecturas pseudo-religiosas, consultando a los astros o engrosando las filas de millones de embaucados por charlatanes neo-religiosos.
Por otro lado, el marketing de las vitrinas del mundo están llenas, los productos cautivan, las luces ciegan. La consigna es: si no funciona ¡cámbielo! ¿dejó de amar a su esposa?, ¡divorcios en oferta! . . . no pidió el hijo que lleva en su seno ¡abórtelo!, es legal en nuestro país y nuestro psicólogo clínico le prepara una terapia para liberarla de culpas. Es difícil resistir a eso, y mas aun actualmente, cuando en el escenario de la fe no faltan algunos dispuestos a dar lo que se les pida con tal de tener la iglesia llena. Traen las ollas de Egipto al templo, para que nadie se atragante o se indisponga con el maná.
Pero no todo es tan malo, y aunque personalmente me identifico mucho con esta reflexión, soy un optimista: En el mundo hay muchísimos Agustines . . . el corazón humano fue creado para el amor, por lo que es imposible que se sacie con otra cosa. ¿No será que el mundo si sobran los Agustines es porque faltan las Mónicas?, yo creo que sí. Hermanos: La madre del Obispo de Hipona oró en silencio toda su vida por la conversión del «hijo de tantas lágrimas» (San Agustín se bautizó a los 35 años). Así, nosotros como laicos con espíritu de monjes somos las Mónicas que hacemos de la vida una oblación y orando somos las «antenas» que captan las gracias de Dios para derramarlas a un mundo hambriento. Soy un optimista porque existimos, porque muchos oran en silencio, imperceptibles, anónimos, entregados, conquistados, ya cansados de regatear y desencantados del mundo. ¡Danos Señor muchos hermanos orantes! . . . Espíritu Santo, suscita en muchas almas la gracia de la orar por aquellas almas tibias que regatean, por los que buscan y no encuentran porque buscan un dios a su medida, siendo que Dios es la medida de todos.
Es tiempo de mantener en el corazón el sabor del maná, de la Palabra de Dios sin imitaciones, ni edulcorantes, ni manipulaciones. Recuerde que quién se mantenga en el maná, comerá en la mesa del Padre; pero quien pida comida a su gusto perecerá en el desierto. Nosotros seguiremos prefiriendo el sabor del Pan de Vida que nos lleva a la vida eterna.
Abandonarse totalmente a la Providencia es difícil, ni siquiera entendemos bien qué significa, pidamos en oración sincera y humilde que nuestro Padre Dios nos conceda la gracia de dejarnos llevar por Él, confiados en que sus caminos son rectos y su amor infinito. Luz, Señor, para que podamos discernir tu Santa Voluntad.
Muy interesante Hº Gabriel; la mayor parte de las veces el regateo lo hacemos de una forma incosciente siendo un insulto en algunas culturas (sobre todo islamicas) el no realizarlo, Pero no pasa ná, al final nos llevamos el producto al precio exigido, pues como bien indicas estamos jugando ná menos que con Dios y Nuestro Padre juega mejor que Maradona. La falta de Sinceridad yo me la veo en que mi ego no quiere reconocer que el ofrecimiiento lo hago con la boca pequeña pero ¡ay! de mí, el interlocutor es EL PADRE y por mucha Soberbia que le ponga al asunto termina convenciendome.
Cuanta verdad encierra esta reflexión hermano, parece el espejo en que podemos ver nuestra vida reflejada, especialmente en la etapa de la juventud, cuando tenemosplenos los dones que Dios, en su infinito amor nos ha dado para ponerlos al servicio del hermano. Pero siempre hay algo que nos impide entregarnos completamente al llamado que el señor nos hace, queremos que nos espere para responder a la voz de la vocación que nos invita a iniciar el camino. Aún no es tarde, caminemos hacia la entrega total con la certeza de que el nos dará fuerza para perseverar hasta alcanzar la meta.
Dios lo bendiga por compartirnos algo tan real y valioso en nuestro crecimiento