La paz del corazón
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El apóstol Pedro conoció el dolor de un modo muy particular. No solo por el martirio en el final de su vida, (Jn 21, 18-19) sino antes, cuando cae en la cuenta de su debilidad, de su traición, al negar a Cristo por temor. (Mt 26, 69-75)
Pedro comete una falta de lealtad tremenda hacia Cristo, aquél que había cambiado su vida y confiado en él; sin embargo, es ese dolor profundo, ese arrepentimiento que lo hace llorar sin consuelo, el que viene a purificarlo y a transformarlo.
Esa metanoia lo prepara y lo dispone para Pentecostés y la actividad apostólica posterior. (Hechos 2, 14 y ss y 3, 12 y ss)
San Pedro, el primer Pontífice, la piedra sobre la que se funda la Iglesia, (Mt 16, 18) era un hombre que conocía el pecado, el dolor que produce el mismo cuando es concientizado y habiendo atravesado el desierto de la compunción, se lanza sin escatimar sus fuerzas a la difusión del mensaje. Lleva su transformación al mundo.
Una y otra vez en la historia, la Iglesia se refleja en la vida de los primeros apóstoles, vive procesos similares y se alegoriza en ellos.
La vida de Pablo, el enemigo de los cristianos, (Hechos 9, 1-2 y 9, 13) luego difusor por excelencia del mensaje de Jesucristo, nos muestra también aspectos de mucho interés. Pablo llevaba a cabo con coherencia lo que creía.
Era una persona que hacía lo que decía. Perseguía a los seguidores de Jesús porque de ese modo luchaba por su fe, por lo que creía que era justo y lo hacía sin mezquindad, ponía toda su vida en ello.
Y entonces esa coherencia interna se convierte en ámbito para que se manifieste la gracia de Dios. Algo extraordinario le ocurre en el camino a Damasco.
Lo milagroso atraviesa su cotidiano y se ve transformado. Cuando recupera la vista, es otra persona, Cristo vive en él. (Hechos 9, 18-21 y ss)
Ahora su mirada es nueva, su dirección vital ha cambiado. Y ya conocemos la importancia de la predicación incansable de San Pablo en la historia humana.
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Puedo asegurarte que la Iglesia no es la que presentan los medios masivos de entretenimiento, que salvo muy escasas excepciones, practican la demagogia criticando u oponiéndose al catolicismo.
Hay muchas más expresiones de la vida eclesial que las que se ventilan en los periódicos.
Así como hay pecado, hay mucha virtud también; así como puede haber miembros corruptos, hay muchísima caridad y entrega, así como hay monasterios que se cierran, también hay nuevos que nacen.
Se generan estereotipos, modas de la época y con ello se genera una imagen cada vez más poderosa en la mente de aquellos que consumen esas noticias.
Hoy ser católico no está bien visto. Todo lo que genera escándalo ayuda en la venta de periódicos y por tanto suele presentarse esa faceta – la escandalosa – de la presunta noticia.
No les conviene a los medios chequear mejor la fuente informativa, tampoco publicar las dos versiones de los hechos con igual extensión.
Y, por supuesto, no estoy negándote la existencia del pecado en la Iglesia, que por supuesto está presente como en la humanidad toda; sino considerando la influencia que la desacralización y el consumismo tienen en el tratamiento de las noticias en general.
Por otra parte, hay una cuestión importante: No se conoce aquello con lo que no se tiene familiaridad y no se conoce en profundidad aquello que no se ama.
La mirada objetiva que presuntamente tiene el cronista de un suceso, no es real. Nunca miramos «desde fuera» algún fenómeno, sino involucrados en el mismo como observadores. El observador es parte del fenómeno observado.
Por ello, si alguien habla de la vida de mi madre por ejemplo… sin haber vivido con ella, sin haberla amado, sin haberla incluso «sufrido» con sus defectos y cosas cotidianas… hablará de una idea, de una noción o más frecuentemente, de una proyección de lo que cree sobre mi madre.
Mi relación con la Iglesia es similar a la que tuve con mi madre, porque ella también lo es en cierto sentido. ¿Y cuál es esa relación? Pues que la amo incondicionalmente y que hago todo lo posible por ayudarla.
Quiero verla fuerte, alegre, jovial y por sobre todo, no creyéndose lo que dicen de ella quienes no la quieren y por lo tanto, ven solo un aspecto de su carácter.
elsantonombre.org
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Links de hoy:
El vídeo de abajo fue extraído de:
GRACIAS. MUY BUENO ESTE FRAGMENTO Y EXCELENTES LOS VIDEOS.
DOY GRACIAS A TRAVES DE USTEDES A LA PROVIDENCIA QUE TANTO NOS DA
BENDICIONES PARA TODOS LOS HNOS/AS.
Querido Hermano: què buena sìntesis!!! Yo tuve que dejar un taller literario en la UNQUI (Universidad de Quilmes, Buenos Aires) pues durante un año y medio me vinieron persiguiendo por ser catòlica. Me defendì como pude y hablè con las autoridades quienes, gracias a Dios, tomaron cartas en el asunto y ahora me invitan a formar mi propio taller de MEDITACION U ORACION CONTEMPLATIVA. Pido oraciòn para que esto se concrete. Fìjate hermano còmo actùa el ¨Señor Todopoderoso!!!!!!!!
Totalmente de acuerdo. El bien hace poco ruido. La objetividad de lo que no puede ser objetivo, es una falsedad.
Amar a la Iglesia y entonces, sólo entonces se podrá decir algo sobre Ella, incluso aquello de se debería «cambiar», porque Ella, por nuestro pecado debe purificarse, porque en sí es santa.
Un saludo invocando el nombre de Jesús.