La paz del corazón
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Para el que lleva consigo a Cristo no hay ya ni muerte ni enfermedad ni angustia aquí abajo. Ha entrado ya en la vida eterna y ve todas las cosas bajo esta luz.
Día y noche la semilla celestial se levanta y crece en tu corazón sin que sepas cómo. La tierra de tu corazón produce primero el tallo, luego la espiga, luego el grano que llena la espiga (Mt 4, 27-28).
Los santos hablan de lo que llaman la luz inextinguible. Es una luz que brilla no para los ojos exteriores, sino en el corazón de aquel que no deja de avanzar en la pureza y en la inocencia. Hace retroceder muy pronto las tinieblas, y nos encamina invenciblemente hacia el pleno día. Su característica es ser siempre más pura. Es la luz de la eternidad, que no conoce la noche, y que brilla desde ahora a través del velo del tiempo y de la materia. Los santos nunca dicen que esta luz les haya sido dada; aseguran tan sólo que se concede únicamente a los que han purificado su corazón por amor al Señor en el camino estrecho que libremente han elegido.
El camino estrecho no tiene fin, es eterno (Sal 138,24). Cada paso que se da en él es un empezar. En él, el presente incluye el futuro, el día del juicio; el presente incluye el pasado, la creación. Cristo está presente en todas partes sin estar atado por el tiempo, a la vez en los cielos y en los infiernos. Cuando Aquél que es el Único llega, desaparece toda multiplicidad, tanto en el tiempo como en el espacio. Todo se reúne y se hace simultáneo en el fondo de tu corazón. Has encontrado entonces lo que buscabas, la profundidad, la altura y la anchura de la Cruz, el Salvador y la salvación.
Por eso si quieres salvar tu alma y ganar la vida eterna, vuelve a empezar una y otra vez a sacudir tu embotamiento, haciendo la señal de la cruz y diciendo: “concédeme, Señor, el empezar bien, el en el Nombre del Padre, Y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
«El sendero de los ascetas» T. Collander – Editorial Monte Carmelo (2000)
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Hermosa frase calo en mi alma…. «El camino estrecho no tiene fin, es eterno (Sal 138,24). Cada paso que se da en él es un empezar. En él, el presente incluye el futuro, el día del juicio; el presente incluye el pasado, la creación. Cristo está presente en todas partes sin estar atado por el tiempo, a la vez en los cielos y en los infiernos.»
Cuando el ser humano pierde el sentido de la trascendencia, en lo cotidiano y en lo infinito, todo lo que vive en el día a día se le convierte en absoluto y excesivo, ¿no estamos en una sociedad de «extremos»? Si pierdes a tu pareja, es un drama; si peleas con un familiar, es una gran preocupación; en cambio quien tiene sentido de trascendencia, no quita la importancia a lo menudo y a lo no tan menudo, pero relativizado en el horizonte de lo trascendente. Que artículo tan bello nos han obsequiado. Gracias
PAZ Y BIEN….ASI SEA, BENDICIONES
Gracias por estos bocados espirituales que nos alientan a renovar constantemente nuestro compromiso con el Señor. Cuenten con mis oraciones. Eduard Velasco Mateus.
**Bellisimo!