La paz del corazón
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‒los santos mártires Justino, Caritón, Caridad, Evelpisto, Hierax, Peón y Liberiano‒
En tiempo de los inicuos defensores de la idolatría, publicábanse, por ciudades y lugares, impíos edictos contra los piadosos cristianos, con el fin de obligarles a sacrificar a los ídolos vanos. Prendidos, pues, los santos arriba citados, fueron presentados al prefecto de Roma, por nombre Rústico.
Venidos ante el tribunal hubo un diálogo entre el prefecto Rústico y Justino:
Prefecto Rústico: En primer lugar, cree en los dioses y obedece a los emperadores.
Justino: Lo irreprochable, y que no admite condenación, es obedecer a los mandatos de nuestro Salvador Jesucristo.
Prefecto Rústico: ¿Qué doctrina profesas?
Justino: He procurado tener noticia de todo linaje de doctrinas; pero sólo me he adherido a las doctrinas de los cristianos, que son las verdaderas, por más que no sean gratas a quienes siguen falsas opiniones.
Prefecto Rústico: ¿Con que semejantes doctrinas te son gratas, miserable?
Justino: Sí, puesto que las sigo conforme al dogma recto.
Prefecto Rústico: ¿Qué dogma es ése?
Justino: El dogma que nos enseña a dar culto al Dios de los cristianos, al que tenemos por Dios único, el que desde el principio es hacedor y artífice de toda la creación, visible e invisible; y al Señor Jesucristo, por hijo de Dios, el que de antemano predicaron los profetas que había de venir al género humano, como pregonero de salvación y maestro de bellas enseñanzas.
Y yo, hombrecillo que soy, pienso que digo bien poca cosa para lo que merece la divinidad infinita, confesando que para hablar de ella fuera menester virtud profética, pues proféticamente fue predicho acerca de Este de quien acabo de decirte que es hijo de Dios. Porque has de saber que los profetas, divinamente inspirados, hablaron anticipadamente de la venida de Él entre los hombres.
Prefecto Rústico: ¿Dónde os reunís?
Justino: Donde cada uno prefiere y puede, pues sin duda te imaginas que todos nosotros nos juntamos en un mismo lugar. Pero no es así, pues el Dios de los cristianos no está circunscrito a lugar alguno, sino que, siendo invisible, llena el cielo y la tierra, y en todas partes es adorado y glorificado por sus fieles.
Prefecto Rústico: Dime dónde os reunís, quiero decir, en qué lugar juntas a tus discípulos.
Justino: Yo vivo junto a cierto Martín, en el baño de Timiotino, y ésa ha sido mi residencia todo el tiempo que he estado esta segunda vez en Roma. No conozco otro lugar de reuniones sino ése. Allí, si alguien quería venir a verme, yo le comunicaba las palabras de la verdad.
Prefecto Rústico: Luego, en definitiva, ¿eres cristiano?
Justino: Sí, soy cristiano.
El prefecto Rústico dijo a Garitón: Di tú ahora, Garitón, ¿también tú eres cristiano?
Caritón: Soy cristiano por impulso de Dios.
El prefecto Rústico dijo a Caridad: ¿Tú que dices, Caridad?
Caridad: Soy cristiana por don de Dios.
El prefecto Rústico dijo a Evelpisto: ¿Y tú quién eres, Evelpisto?
Evelpisto, esclavo del César: También yo soy cristiano, libertado por Cristo, y, por la gracia de Cristo, participo de la misma esperanza que éstos.
El prefecto Rústico dijo a Hierax: ¿También tú eres cristiano?
Prefecto Rústico: ¿Ha sido Justino quien os ha hecho cristianos?
Hierax: Yo soy de antiguo cristiano, y cristiano seguiré siendo.
Mas Peón, poniéndose en pie, dijo: También yo soy cristiano.
Prefecto Rústico a Peón: ¿Quién te ha enseñado?
Peón: Esta hermosa confesión la recibimos de nuestros padres.
Evelpisto: De Justino, yo tenía gusto en oír los discursos; pero el ser cristiano, también a mí me viene de mis padres.
Prefecto Rústico: ¿Dónde están tus padres?
Evelpisto: En Capadocia.
El prefecto Rústico le dijo a Hierax: Y tus padres, ¿dónde están?
Hieras: Nuestro verdadero padre es Cristo, y nuestra madre la fe en Él; en cuanto a mis padres terrenos, han muerto, y yo vine aquí sacado a la fuerza de Iconio de Frigía.
El prefecto Rústico dijo a Liberiano: ¿Y tú qué dices? ¿También tú eres cristiano? ¿Tampoco tú tienes religión?
Liberiano: También yo soy cristiano; en cuanto a mi religión, adoro al solo Dios verdadero.
Prefecto Rústico: Escucha tú, que pasas por hombre culto y crees conocer las verdaderas doctrinas. Si después de azotado te mando cortar la cabeza, ¿estás cierto que has de subir al cielo?
Justino: Si sufro eso que tú dices, espero alcanzar los dones de Dios; y sé, además, que a todos los que hayan vivido rectamente, les espera la dádiva divina hasta la conflagración de todo el mundo.
Prefecto Rústico: Así, pues, en resumidas cuentas, te imaginas que has de subir a los cielos a recibir allí no sé qué buenas recompensas.
Justino: No me lo imagino, sino que lo sé a ciencia cierta, y de ello tengo plena certeza.
Prefecto Rústico: Vengamos ya al asunto propuesto, a la cuestión necesaria y urgente. Poneos, pues, juntos, y unánimemente sacrificad a los dioses.
Justino: Nadie que esté en su cabal juicio se pasa de la piedad a la impiedad.
Prefecto Rústico: Sí no obedecéis, seréis inexorablemente castigados.
Justino: Nuestro más ardiente deseo es sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo para salvarnos, pues este sufrimiento se nos convertirá en motivo de salvación y confianza ante el tremendo y universal tribunal de nuestro Señor y Salvador.
Los santos mártires, glorificando a Dios, salieron al lugar acostumbrado, y, cortándoles allí las cabezas, consumaron su martirio en la confesión de nuestro Salvador. Mas algunos de los fieles tomaron a escondidas los cuerpos de ellos y los depositaron en lugar conveniente, cooperando con ellos la gracia de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente de este acta de martirio: http://www.fsanvicenteferrer.org
Monasterio benedictino de «Sta. María de los Toldos»
Enciclopedia católica on line – ec wiki
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Esta bella radicalidad necesita mucho el mundo de hoy.
Los felicito por la página.