La paz del corazón
Dentro de la tradición cristiana, el «hesicasmo», expresión que deriva de hesiquía (quietud, paz), es la vía contemplativa que más ha desarrollado las técnicas psicofísicas de meditación. En cuanto que el objetivo inmediato de este método es el silencio de la mente, se puede hablar de “mística” hesicasta. Uno de los grandes místicos hesicastas, Gregorio Palamás († 1357), invocaba la autoridad de Moisés para legitimar tal práctica: “Estáte atento a ti mismo», dice Moisés (Dt 15, 9), ¿Con qué? Con la mente, bajo toda mirada.
Con nada más es posible estar atento a sí mismo de modo completo. Tal método se basa en fijar la atención de una manera especial: “Hay un arte espiritual, es decir un método, que conduce rápidamente a quien lo adopta a la impasibilidad y a la visión de Dios, es la atención (prosoché). Algunos santos han llamado a la atención custodia de la mente, otros custodia del corazón, otros sobriedad (nepsis), otros hesiquía mental” (Filocalia, vol. I, Simeón el nuevo teólogo). Como en otras tradiciones contemplativas, el método hesicasta propone reconducir la mente hacia el corazón mediante la quietud de los pensamientos, pero con la novedosa incorporación de la atención simultánea a la propia respiración como medio de sustraerse al flujo de los pensamientos mientras se mantiene ocupada la mente con la recitación de una oración: Si quieres “vivir en recogimiento espiritual, y tener un corazón sobrio con facilidad, que la oración a Jesús se una a tu respiración, y en pocos días verás cómo esto se verifica” (Filocalia, vol. I, Hesiquio, Discurso sobre la sobriedad). «Que cada respiración te recuerde a Jesús, y entonces tocarás con la mano las ventajas de la soledad» (San Juan Clímaco).
Tal práctica se basa en que resulta imposible respirar con un ritmo plácido y estar al mismo tiempo presos de la ira, la envidia, la gula, la lujuria, la soberbia, la avaricia y la deseación en general. Se afirma que la atención sobre la respiración tiene efectos espirituales porque ayuda a domeñar la mente-ego. Ciertamente, se trata de un método de respiración que encuentra antecedentes en otras tradiciones contemplativas como en el taoísmo o el hinduismo y que incluso prendió en órdenes religiosas católicas tan recelosas del recogimiento como la Compañía de Jesús. Así, su fundador, San Ignacio de Loyola, recomendaba como modo de orar “que con cada aliento o respiración se ha de orar mentalmente diciendo una palabra del Pater noster o de otra oración que se rece, de manera que una sola palabra se diga entre un aliento y el otro, y mientras durare el tiempo de un aliento a otro, se mire principalmente en la significación de la tal palabra, o en la persona a quien reza, o en la bajeza de sí mismo, o en la diferencia de tanta alteza a tanta bajeza propia; y por la misma forma y regla procederá en las otras palabras del Pater noster” (San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales).
de pags. 331 y ss. en «Historia de los métodos de meditación no dual» de Javier Alvarado
La santa escala de Juan Clímaco
Debajo la VIII Clase de Fenomenología 2021
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«Resulta imposible respirar con un ritmo plácido y estar al mismo tiempo presos de la ira, la envidia, la gula, la lujuria, la soberbia, la avaricia y la deseación en general».
Unir la oración con la respiración es un método que sin duda puede ayudarnos a mantener un ritmo sin cansarse y a la vez efectivo de cara a mantener viva la presencia, es decir la atención.