La paz del corazón
Cada semana hay que retomar el propósito. Ese punto de vista o versículo que privilegiamos y al que tratamos de entregar nuestro corazón. Refundar cada vez el espíritu de consagración, ese «Fiat» que se vuelve a decir en cada instante. Sí a tu palabra, sí a tu enseñanza, sí a tu voluntad manifiesta en todo momento mediante lo que acontece. Revalidar los votos del corazón implica evitar la negligencia que lo endurece.
El verdadero hogar está a la mano en el momento presente, detrás del velo aparente de la divagación. Seguirte es estar completos ahora… en la oración incesante de los gestos, de las acciones coherentes, caminando con fe sobre las aguas de las inquietudes. Invocar tu Nombre para calmar la tempestad de las apetencias, los pensamientos dispersivos y las preocupaciones. Recordar la suave alegría distintiva de quién camina confiado; la atenta libertad del que se sabe querido, guiado y protegido.
Reconciliarnos con lo hecho, no enredarse en lo que pasó. Iniciar la semana y los días como quién despierta al amanecer fresco en el campo. Dejar salir el coraje de la confianza. Cada día nos es dada una nueva energía. ¿En que la usaré? ¿Cuáles son las prioridades? Buscar el centro, la nepsis del corazón y permanecer actuando desde allí. Dejemos actuar al gran alfarero, Él conoce muy bien su arte y sabe trabajar la arcilla.
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Encuentro de intercambio del sábado 16 de Octubre
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amén, y sobre todo empeñados en esa vida ascendente y tabórica
Menuda tarea hermano, que la gracia nos acompañe. Un abrazo.
«..Para que no se fatigue ni embote con la prolijidad de las palabras»
No encontraba el modo de explicar por qué me estaba costando tanto hacer una oración comunitaria por ejemplo con los estudiantes a los que les doy clase.
Me daba la sensación que las palabras eran muchas y a la vez no decian nada.
Gracias.
Gracias a ti Fanny. Nos alegra que se aclare eso. Un abrazo fraterno, invocando a Cristo.