La paz del corazón
Fuí con otra Hermana a comprar a un supermercado, nosotras tenemos cerca de 100 ancianos/as acogidos en nuestra casa y es habitual ir a los supermercados mayoristas a comprar alimentos.
Como le decía, mientras esperabamos en la fila para la caja, el local enorme estaba lleno de gente, la música y las llamadas de los altavoces, la algarabía de todos hablando unos con otros y los que estaban solos con los celulares, miré a la gente en todo ese enorme corredor y me aconteció que pese a estar viendo y escuchando, de repente fué como que todo ese alboroto pasase a un segundo plano, como si estuviese todo aconteciendo dentro de un enorme espacio de silencio.
Pese aescuchar y ver estaba yo percibiendo ese silencio que todo lo envolvía, todo seguía igual en esa algarabía o locura de ruidos, pero todo existía dentro de un ENORME SILENCIO y yo podía captar ese silencio.
Hoy mismo, en la hora de oración de la mañana, otra vez capté ese ENORME SILENCIO, pese a que ya estábamos en profundo silencio en la Capilla, como todos los días, pero mirando el presbiterio percibí como todo estaba en quietud dentro de ese impresionante silencio.
Esto duró unos segundos y por más que he querido volver a sentirlo no he podido, así que considero que es una gracia del Señor, de hecho hoy he vivido muy particularmente el silencio en mis tareas.
Estimado Hermano no sé si me he explicado bien en realidad no sé ni como explicarme, lo que me aconteció es muy simple pero difícil de explicar, yo considero que todo tiene que ver con la oración de Jesús…
Le cuento otra experiencia: En el hogar en donde ejerzo mi apostolado como religiosa me toca en esta temporada estar en la cocina; unos días antes de navidad estaba haciendo unos bizcochos y mientras conversábamos con la persona que me ayudaba sobre el libro “Conocimiento espiritual en la Filocalía” que se editó en el blog.
Cuando quien me ayudaba se marchó me dí cuenta que las tres señoras que trabajan conmigo estaban calladas, en la cocina reinaba el más absoluto silencio, habían estado escuchando. Una de ellas que ya va por el cuarto marido comenzó a cantar bajito una canción de iglesia que varias veces repetía el nombre de Jesús, ese murmullo en aquel silencio imponía respeto y reverencia.
En un momento a una de ellas que es muy alegre y espontánea le pregunté por qué estaba tan callada y me contestó que estaba pensando… no pregunté más porque sin dudas el Espiritu Santo estaba en mi cocina que se habia convertido en un santuario.
La experiencia me marcó mucho, cuando la comenté me dijeron que todos tenemos al Señor dentro de nosotros y que sólo es necesario crear el ambiente para que lo que está ahí salga fuera. Mis cocineras estaban orando.
El ruido del mundo es horrible y muchos no tienen ocasión de estar en un lugar en donde el misterio de Dios que tienen escondido aflore en una oración de contemplación suscitada por el Espíritu Santo.
Desde que vivo el Santo Nombre mi vida cambió, sobre todo en ese vivir más profundamente la vida espiritual a tal punto que no necesito pensar si evangelizo o hablo de Jesús, sencillamente me sale con naturalidad y Dios hace su obra empleándome como su pequeño instrumento.
Los Obispos en Aparecida nos piden la nueva evangelización de America, pienso que si todos procuramos vivir la Oracion de Jesús la evangelización se hará sola, como me aconteció en la cocina.
Relato enviado por la Hermana Mar de Betaña