Establecerse en el corazón

«…hace poco estoy buscando interiorizarme en este tipo de oración tomando como principal referencia el libro “El arte de la oración”, que, como sabrás, es una compilación de textos de Teófano el recluso.

No me queda del todo claro a qué se refiere “encontrar el lugar del corazón”, o simplemente “encontrar el corazón”, como cuando dice, por ejemplo:

Hacer descender el intelecto en el corazón por medio de la respiración, se propone a aquellos que no saben dónde concentrar su atención, ni donde se encuentra el corazón; pero si sabéis, sin este método, encontrar el corazón, id por vuestro propio camino. Una sola cosa cuenta: estableceros en el corazón.”

«Creo entender que no se refiere al corazón únicamente en un sentido simbólico, o como órgano sutil, sino que también está hablando del corazón físico, pero ¿en qué consiste ese método respiratorio para encontrarlo?, ¿en qué consiste ese “encuentro”?«

Aquí hay algo que decir, pero siempre ignorando aquello que verdaderamente el autor quiso decir cuando se refería al corazón. Uno lo supone por el cruce de lecturas varias sobre el tema  por la propia experiencia en la práctica. Por ejemplo:

–        El corazón puede ser entendido como – el centro de la persona – esto es un punto atencional de observación, desde el cual se permanece en la presencia divina. Un emplazamiento de –el que percibe – en relación a – lo percibido – que permite sin más la apreciación de lo sagrado en el transcurrir.

–        También, se habla del corazón como órgano físico y a “su descubrimiento” como la percepción clara y nítida de sus movimientos, que producen el efecto de centrado similar al anteriormente descrito. Este percibir los latidos es fruto de la concentración y a la vez factor de recogimiento. Pero no suele ser útil para todos, ni siquiera recomendable. Es un modo particular para quién siente gusto, facilidad y, a la vez, bastante silencio en su vida cotidiana.

–        El método respiratorio más sencillo para encontrar el corazón, es el de retener algunos momentos el aire en el interior del pecho, lo que produce rápidamente la percepción de los latidos del corazón. Entonces, espirando luego con lentitud y suavemente, e inhalando del mismo modo y volviendo a retener el aire en los pulmones, se continúa este sentir los latidos de manera ininterrumpida.

Esta última técnica, insisto, no es necesaria ni útil para todos. A algunas personas las asusta e inquieta esta sensación tan fuerte del órgano físico.

Porque ¿Qué es lo que se busca en la oración de Jesús y en toda búsqueda espiritual profunda? Estar en Dios. Vivir junto a Él. Percibir la sagrada presencia nimbando nuestros actos. Situarse en una paz inalterable más allá de las circunstancias.

Como dice el libro al que me refieres: “Una sola cosa cuenta, estableceros en el corazón”. Lo anterior es lo que entendemos por ello. Y también, por decirlo de otro modo: Un modo de ser y estar en el mundo y entre las personas y las cosas, acompañado de una gracia sin final.

Por cierto esto último suscita algunas discusiones, entre aquellos que creen en la gracia como solo don y otros que consideran el esfuerzo humano para alcanzarla como lo más importante del asunto. En el primer caso, nada habría que hacer, más que esperar el don. En el segundo, nada podría esperarse sino merced al esfuerzo ascético personal.

En nuestro caso, creemos que la gracia de Dios siempre está disponible para quién, silenciándose un tanto, se disponga a “escucharla” y recibirla. Con lo cual creemos en la participación mutua y complementaria entre gracia y libertad.

Es más, este libre albedrío no sería mucho más que la apertura a la acción de la gracia, un cierto consentimiento del corazón a la acción transformadora del Espíritu. Es un tema muy interesante por cierto y que podemos seguir conversando.De intercambios por e-mail

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