La paz del corazón
Trato de responderte según lo que percibo en tu pregunta. Es algo importante.
Llegar al corazón, como recinto interno, corporal y espiritual a un tiempo, donde habita la luz de Cristo inmaterial, pero perceptible claramente aún en esta tierra, es un bien inestimable, porque brinda una paz inalterable, que no se inmuta ante los vaivenes de las circunstancias.
Ahora bien, como decía un Padre ya fallecido que nos daba charla cuando jóvenes: “esto no tiene por qué ser más sencillo que recibirse de letrado o de ingeniero.”
Sin embargo sabrás por lecturas, (Filocalia) que allí se dice que es un camino rápido que sin fatiga y sin dolor, conduce al corazón. Esto es cierto en cuanto a que, si se hace como se debe, en relativamente corto tiempo brinda frutos claros. Pero otra cosa es la consolidación de la oración.
Para ello no hace falta fatiga y dolor pero sí una firme determinación, una decisión clara de progresar hacia la meta. Si quieres, la misma determinación que los estudiantes adoptan antes de un examen. Pregunta en vuestros grupos…¡Cuántas horas han estudiado antes de aquella materia aprobada? Verás que varias. y…¿Cuántas horas de oración tan concentradas se ha efectuado? Verás que en general, el esfuerzo aplicado con permanencia es menor.
¿Pero es que se valora más una materia que la oración? No. Lo que sucede es que uno sabe que si almacena en la memoria los datos de la materia será aprobado con toda probabilidad. Es decir, se tiene fe que a cierto nivel de estudio se aprueba. Y no se tiene la misma fe en que repitiendo una frase, vaya a alcanzarse la impasibilidad, conocida como apáteia, que no es indiferencia sino paz imperturbable. ¿Comprendes?
Mi humilde tarea asignada, en parte, tiene que ver con ello. Dar testimonio que permita creer hoy en día en la veracidad de este camino. Simplemente decir… Su Nombre salva y es cierto y comprobable. Otros caminos son también muy eficaces. Del mismo modo que en el estudio, es posible atravesar etapas de tedio, o donde uno no percibe progreso sensible, aunque si continúa a nivel espiritual.
Los primeros tiempos, no debe evaluarse el progreso a nivel sensitivo, porque sería una evaluación muy parcial. Somos mucho más que los sentidos. Pero es cierto que la experiencia de vida nos llega a través de ellos. Pero no olvides, que los sentidos son los corporales y los espirituales. Con los corporales percibimos el rico sabor del dulce por ejemplo y con los espirituales lo ético de una acción, la bondad de una persona etc.
Los primeros frutos de la oración de Jesús son simples. Uno se torna mejor persona. La gracia actúa de modo no reconocible sino en proceso. Uno mira hacia atrás luego de un tiempo y dice…mi vida ha mejorado… trato mejor a los demás, sufro mucho menos lo que antes me desesperaba, necesito menos cosas, no me asusta el silencio, etc. Todo esto que te digo, un poco más extenso que lo deseable, es para esa sensación de estancamiento que me comentas.
Quién se dispone a esto debe prepararse para un trabajo intenso de varios años. Varios años pasan hasta que uno se da cuenta que no puede vivir sin repetir la oración del Nombre de Jesús. Varios años pasan, hasta que olvidarla se hace inconcebible. Sencillamente sería como no respirar. Puedo decirte que esto es el cielo en la tierra. Se hace real aquello de que el Reino esta aquí.
Pero es parte de la puerta estrecha de la que habla El Señor, claro que sí. Lo estrecho es ir renunciando a los propios vagabundeos mentales que identificamos como nosotros mismos desde muy pequeños. Es más, uno debe sentirse llamado a esta simpleza, de otro modo hasta resulta ofensivo que a uno le digan: “Deje de lado sus pensamientos”. No es que todo lo que uno piensa no sirva, es que en general, no se piensa, se divaga. Se que vuelvo sobre lo que te decía en mi carta, pero vale la pena.
Pensar es ordenar, clasificar, inferir con una tesis a la vista, deducir con método y eso esta muy bien. Pero es muy raro que se haga. Pensar es casi ciencia. Divagar es sueño y dilatación del cuerpo de la que habla San Pablo en los textos evangélicos que te recomendé.
En cuanto a la angustia, el descontento y demás, las causas por supuesto no radican en la oración (tal vez la oración permite advertir esos estados) sino en contradicciones interiores no resueltas. Uno suele tener claro lo que debe hacer, sin embargo hace otra cosa. En cualquier orden de la vida. Por eso es que te decía que hay cosas particulares que cada uno que desee podrá escribir o comunicar en privado o como deseen.
En general te digo:
Nos olvidamos que la existencia toda, todo lo que somos, pensamos, sentimos y hacemos, todo lo que hemos concebido e imaginamos… toda la existencia nos ha sido dada gratuitamente y con un sentido profundo que nos sobrepasa en comprensión, más allá de lo revelado y aceptado. Entonces, como nos olvidamos de ello, nos quejamos, nos frustramos por querer algo que no se da, andamos como fastidiados… nuestro papel es similar a aquel que viviendo en casa prestada generosamente, increpa al benefactor por la mancha del piso de parquet en el rincón.
¿Sabes? El fastidio, aburrimiento, sensación de frustración, angustia, ansiedad, estancamiento y otras por el estilo son muy útiles. Todas esas sensaciones le avisan a uno que no está atento a la Presencia del Señor. Esta presencia no es un “saber que Dios existe”, sino un sentirlo presente en la mirada, en el aire, en los sucesos que discurriendo tienen un lenguaje particular que sigue redimiendo todo y a todos.
Dios existe. Vive y está presente. Tu sabes…en Él nos movemos y existimos…eso puede ser una experiencia personal permanente y no ocasional, fugaz y nunca repetida.
Cuando se repite el Nombre, se hace más intensa la Presencia de Cristo que siempre está presente. ¿Por qué? Porque doy mi consentimiento a su acción. Entonces Él actúa. Más allá de lo que mi ego crea conveniente. La purificación se va produciendo según Su gracia.
Te saludo a ti y a todos tus amigos invocando el Santo Nombre de Jesucristo.
Elsantonombre.org