La paz del corazón
– La oración de Jesús es un camino a lo esencial, una vía hacia el centro de uno mismo.
¿Porque será que sintiendo un deseo tan intenso, que hasta considero un llamado, me cuesta tanto permanecer en ella?
– Es la costumbre generada por una vida dispersa. Te has acostumbrado a estar de aquí para allá en el cuerpo y en la mente. El hábito de ser “viajantes” de los sentidos nos hace la cosa difícil por la inercia que implica. “Todo acto que se repite, acrecienta su tendencia a una nueva repetición”.
Esto lo comprendes fácilmente al examinar los vicios. Sucede que mientras mas se fuma mas se quiere fumar por ejemplo, el período de saciedad se va acortando; mientras mas comes mas quieres comer. Lo bueno de esta especie de ley de la inercia, es que la puedes usar a favor para acostumbrarte a nuevos hábitos saludables para el cuerpo y el alma.
En el caso de la oración de Jesús, mientras mas la repitas, mas fácil será a futuro acordarse de ella. Tiende a transformarla en la melodía constante que suaviza el fondo de tu mente y en el ritmo que te marca el paso en tus actividades.
Deja a un lado la preocupación por sus variaciones en ti. En algún momento será ferviente, en otro sin emoción que la acompañe, mas tarde se repetirá sin conciencia de ello; en otro momento la dirás agradecido por aquello bueno que has vivido, llegarás a decirla cada vez que te asalte la angustia…
No te vayas juzgando como buen o mal alumno respecto de la adquisición de la oración de Jesús. Es un don y un bien que no puede medirse. Muchas veces la puedes usar como calmante interior ante las variadas afrentas del mundo. Otras como una fuente que te da la fuerza necesaria para hacer con entusiasmo lo que emprendes.
Que la oración de Jesús sea como una bandera que se iza en tu alma al amanecer. Ella señala tu filiación, tu identidad profunda. Luego haces las cosas que el día reclama, pero la bandera queda allí, movida por la brisa de tu intención, señalando la pertenencia del corazón.
Elsantonombre.org