Lectio Divina

by Equipo de Hesiquia blog en 23 diciembre, 2009

PRELUDIO

El Espíritu inspiró la Escritura, por eso: está presente y habla por medio de ella. Si inspira, también expira.
La Escritura expira vida por la inspiración del Espíritu, por eso ella es la respiración del monje cristiano.
Todo este Libro Vivo converge en Cristo. Las divinas Escrituras son un solo libro: Cristo. Él es la Palabra abreviada, viva y eficaz.
Toda la Escritura se refiere al misterio de Cristo: prefigurado en el Antiguo Testamento y presente en el Nuevo, interiorizado por cada cristiano y consumado en la gloria.
Porque Dios es infinito, su Palabra también es infinita: la Escritura encierra infinitos misterios, su sentido es insondable.
El sentido literal del texto ha de ser siempre el punto de partida: la letra enseña los hechos y presenta a las personas, la historia es el fundamento.
El Espíritu nos lleva más allá de la letra, nuestra vida teologal nos abre las puertas al sentido:
- Alegórico, que edifica la fe descubriendo a Cristo y a su Iglesia.
- Tropológico, que nos enseña a obrar en la verdad del amor.
- Analógico, que nos muestra y atrae hacia aquello que aún esperamos.
El Evangelio es la boca de Cristo siempre pronta a ofrecernos un beso de eternidad.
El Evangelio es cuerpo y sangre de Cristo, orarlo y vivirlo es comerlo y beberlo.
El Evangelio es fuerza de Dios porque nos indica el camino y nos da la fuerza para seguirlo.
¡Aquí se halla la verdadera vida, y mi espíritu no tiene ni desea otra que la lectura orante de estos misterios!
La Iglesia es la única caja de resonancia de la Palabra de Dios. En cuanto Cuerpo de Cristo ella misma es Palabra. La Escritura nos da vida en el Espíritu cuando es acogida en el ámbito de la tradición y el magisterio.
Nuestra Lectio Divina ha de prolongar la Palabra más allá de la Liturgia a fin de prepararnos para una fructuosa celebración de la misma.
El cenobita sólo entiende el sentido profundo de la Palabra cuando vive en comunión y concordia con sus hermanos.
La conversatio monástica ha de crear un clima bíblico que permita a todos y a cada uno ser protagonistas en el diálogo de la salvación.
El humus de la humildad es la buena tierra en donde la Palabra produce fruto abundante.
Sólo acoge quien se recoge, sólo en el silencio se auscultan los latidos del corazón de Dios.
A Dios hablamos cuando con amor oramos, a Dios escuchamos cuando con fe leemos su Palabra.
Cuando nuestra perseverancia y asiduidad en la Lectio nos crucifiquen en el Libro comprenderemos la locura del Padre bueno.
Para conocer a Cristo crucificado hay que estar crucificado para el mundo.
“Aquí estoy, escriba Dios en mí lo quiera”, dijo María. Cuando nuestro corazón es una carta escrita por Dios, todas las cartas de Dios resuenan en el corazón.
El que vive la Buena Noticia ofrece al mundo razones para vivir y morir.

PRIMO MOVIMENTO:

riposato

La Lectio divina es…
- Una lectura meditada, sobretodo de la Biblia, prolongada en oración contemplativa.
- Una lectura de Dios con ojos de esposa y corazón de Iglesia.
- Lectura gratuita para acoger gratis al Autor de la gracia.
- Lectura transformante que nos evangeliza y convierte en evangelizadores.
- Relación interpersonal en la fe y el amor, con Cristo que nos habla, en el Espíritu que nos enseña, y ante la mirada del Padre que nos mira.
- Peregrinación con las palabras hacia el Misterio de la Palabra.
- Paulatina asimilación de la Verdad salvífica mediante el diálogo con el Salvador.
- Fe enamorada que busca el Rostro de Dios a fin de anticipar lo esperado.
- Inmersión, compenetración, divinización, emersión.
La Lectio es divina:
- pues se lee a Dios en su Palabra y con su Espíritu.
- porque nos presenta ante el Misterio y lo hace presente en el corazón.
- cuando se escucha a Dios que habla y se gusta su presencia.
Porque la Lectio Divina es diálogo es asimismo acogida, donación y comunión. Acogida de escucha y reflexión; donación de respuesta; y encuentro de comunión.
Miriam de Nazareth, dialogando con Gabriel, nos ofrece un cautivante ejemplo de Lectio vere divina.
Porque la Lectio Divina es vida es también movimiento. Movimiento en el que se pueden distinguir diferentes momentos o experiencias: lectura, meditación, oración, contemplación…
Lectura, meditación, oración, contemplación… es lo que normalmente sucede si le damos tiempo para que suceda.
La gratuidad de la Lectio Divina es algo diferente a la utilidad del estudio. El estudio procura conquistar la palabra, la Lectio Divina se rinde y doblega ante ella.
La Lectio Divina difiere también de la lectura espiritual. Esta última puede tener como fin la adquisición de conocimiento, la fundamentación de convicciones o el estímulo para una entrega generosa. El fin de la primera es la unión con Dios en la fe y el amor.

SECONDO MOVIMENTO:

coraggioso ed ampio ma non troppo

La Lectio Divina no suele ser inmediatamente gratificante. Es una actividad y una pasión de largo aliento. ¡No se cosecha al día siguiente de haber sembrado! ¡El gusanillo no se transforma al instante en mariposa!
Nada más purificante que sobrellevar la mudez de la Palabra. Pero todo el que sabe esperar es recompensado.
Si te dejas poseer por la Palabra escucharás hasta su silencio.
En la Lectio Divina hay también lugar para los Padres de la Iglesia y del Císter, sus escritos confirman y amplían el mensaje bíblico; por su espíritu cristiano son guías seguros de recta interpretación; y por su santidad de vida nos enseñan a vivir y ayudan a dialogar en el Santo Espíritu.
Otros libros pueden ayudar en la medida en que nos permitan asimilar el Misterio y ser transformados por él.
Cuando el principiante dice: para mí todo es Lectio Divina; se ha de entender que para él la Lectio Divina es nada.

TERZO MOVIMENTO:

adagio però continuo

Recógete y cae en la cuenta: ¡es Dios quien te quiere hablar y espera tu respuesta!
Las diferentes experiencias o momentos de la Lectio Divina se unifican en un único movimiento del espíritu. Pueden coexistir y sobreponerse mutuamente, hasta pueden alternarse en un orden siempre cambiante. El caminante hace muchos movimientos, pero todos se unifican en una sola acción: caminar.
La práctica asidua suaviza las rigideces. Quien poco se ejercita, las acentúa y avanza torpemente. Quien no se ejercita, no avanza.
La Lectio Divina es para el monje y la monja una práctica cotidiana, a una hora privilegiada, todo el tiempo necesario para entablar un diálogo con el más fiel de los amigos.

Lectura

Leer es una forma de escucha que permite siempre volver sobre lo escuchado. Y escuchar es ser y dejar ser, sin escucha no hay relación interpersonal.
Si lees por leer y no por haber leído, entonces tu lectura es apacible, reposada y desinteresada.
No pierdas el tiempo buscando un texto que te caiga bien, determina el texto de antemano, quizás las lecturas litúrgicas del día, o siguiendo un tema, o leyendo de corrido toda la Biblia.
El tonto cae en la tentación de decir: ¡este texto ya lo conozco! El sabio sabe que una cosa es conocer la fórmula química del agua y otra saborearla junto a un manantial en un mediodía de verano.
Si no entiendes lo que lees, pide ayuda al Señor para entender. Y ayuda al Señor: busca el contexto de tu texto, compara con textos paralelos, busca las palabras claves, determina el mensaje central…
Si has leído bien podrás decir lo que el texto dice.
Meditar es masticar y rumiar, pues es: repetir, reflexionar, recordar, interpretar, penetrar… Quien así medita la Palabra se transforma según la Palabra y se convierte en mediador de la Palabra.
Si el texto leído no te dice nada, ama a la Palabra más allá de las palabras y no temas entregarte sin reservas. Y si el texto es duro y se lo aplicas a tu vecino, procura releerlo en primera persona.
No hay meditación sin distracción. Vuelve entonces a la lectura, detente en las palabras claves.
Cuando el texto te habla al corazón, has alcanzado y recibido un precioso fruto de la meditación.

Oración

La oración, durante la Lectio Divina, puede tomar múltiples formas: alabanza, petición, acción de gracias, compunción…
Habiendo escuchado leyendo y meditando puedes ya hablar orando. Si ya sabes lo que el texto dice y te dice: ¿qué Le dices?
El silencio es también respuesta, tanto para el que ora olvidado de sí, cuanto para Aquel que todo lo sabe.

Contemplación

Contemplar es admirar y callar en el Templo que es Cristo Resucitado.
Contemplar es encontrarse con la Palabra más allá de las palabras.
Contemplar es vivir en el Resucitado, enraizado en el aquí de esta tierra, lanzado hacia el más allá de los cielos.
La contemplación es visión. El contemplativo ve la resurrección en la cruz, la vida en la muerte, ve al Resucitado en el Crucificado.
La contemplación es la sed que causa la aparente ausencia o la saciedad de la mutua presencia…
El contemplativo no sabe qué decir, simplemente porque sabe.

QUARTO MOVIMENTO:

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Colación

La colación es contribución o aporte y confrontación o diálogo. Ha de aportar leña para la meditación, fuego par ala oración, luz para la contemplación, motivación para la acción…

Acción

La acción se refiere, ante todo, a la conversión del propio corazón, actuando como discípulo y bajo la disciplina de la Verdad revelada para nuestra Salvación.

Colaboración

Toda obra buena es colaboración con Aquél que todo lo hace bien. Quien con Él colabora con todos trabaja y ora.

POSTLUDIO

La Biblia no está sólo destinada a informarnos sobre Dios sino a transformarnos según la forma de Cristo.
La Escritura es la palabra que informa dándonos forma cristiana.
La concepción virginal de la Virgen Madre es misterio de redención y también modelo para imitación: concebir la Palabra en el seno del corazón abrazando la voluntad del Padre nos convierte en hermano, hermana y madre.
La palabra es para el hombre y no el hombre para las palabras porque el hombre es para la Palabra.
El que ha progresado en la Lectio experimenta la necesidad de menos palabras y más Palabra.
El que ha sido transformado por la Palabra podrá leerla en los acontecimientos de cada día y en esos signos de los tiempos que son voces de Dios manifestadas mediante las más hondas aspiraciones humanas.
Quien ya tiene la verdad revelada grabada en las entrañas de su corazón no necesita del texto sagrado y es para otros una Biblia viviente.
Si deseas conocer y alcanzar a Cristo lo conseguirás mucho antes siguiéndoLe que leyéndoLe.

Los 70 puntos del padre Bernardo Olivera son una guía excelente para quien quiera aprender a hacer Lectio Divina. Lectio Divina significa “Lectura de Dios” y consiste en encontrarse con Cristo –la Palabra de Dios– en la lectura orante de la Biblia.

(Notas incluidas en su carta circular del 26 de enero de 1993)

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Espiritualidad Cisterciense

Texto extraído de: