La paz del corazón
La preocupación se alimenta de dos creencias que permanecen tras la bruma de la divagación mental y que por esto mismo suelen pasar inadvertidas.
La una se manifiesta afirmando que las cosas dependen de lo que hagamos exclusivamente, como si tuviéramos el control de lo que ocurre.
La otra creencia sostiene que si permanecemos en tensión, adheridos de ese modo al deseo de lo que pretendemos, aumentan las probabilidades de obtener lo que anhelamos.
Ni lo uno ni lo otro. Lo que hacemos y sobre todo el modo en que hacemos, incide solo en parte en aquello que ocurre y te diría en parte muy limitada.
Hacer del mejor modo que podemos es nuestro campo de acción, el resto no depende de nosotros.
Están las intenciones ajenas, la mezcla de hechos pasados y presentes que se relacionan en un momento, dando así un resultado determinado; está la circunstancia en la que todo esto ocurre… y sobre todo, esta la Providencia, ese marco abarcante de toda la existencia, ese plan de la creación que fluye y sostiene al mundo y a nosotros en el.
Permanecer en tensión quita cualidad y virtud a nuestra acción. Es precisamente haciendo lo contrario como se facilita la unión entre nuestra intención y el plan mayor que en todo alienta.
El hacer relajado que surge de la confianza en Dios nos introduce en la acción correcta, nos permite expresar nuestra intención en lo que ocurre sin perjudicar ni perjudicarnos.
¿No sabes como decidir? ¿No puedes aclararte cuál es la acción correcta?
Dirige tu atención a la oración de Jesús que se mantiene como fondo en tu mente y en tu corazón. Es poniendo tu atención en ella como se hará la luz y una claridad nueva surgirá, no poniendo la inquietud y la ansiedad como herramienta de discernimiento.
Cuando uno no sabe que decidir, es porque hay conflicto interior. ¿Y cuando hay conflicto? Cuando hay fuerzas que se oponen. A veces esta lo que quiero en oposición a lo que acontece; otras lo que debo y lo que se me pide. Lleva tu atención a la oración de Jesús y no pongas tu mente a resolver el conflicto.
Verás, que más temprano que tarde, el balance en tu interior cambia y sentirás a tu corazón inclinarse en una dirección precisa.
La mente es un instrumento útil cuando es orientada por un corazón en pacificado. La paz del corazón se descubre como un espacio profundo de confianza, como un gesto de entrega al único que Es.
Cada vez que repites la oración de Jesús, poniendo en ella tu atención, crece en ti ese espacio donde habita Aquel que nombramos.
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