Quaerere Deum: Fe y cultura

by Equipo de Hesiquia blog en 1 julio, 2010

– Comentarios al Discurso de S. S. Benedicto XVI

en el Collége des Bernardins –

Pedro Edmundo Gómez, osb.

Monasterio de Ntra. Sra. de la Paz.

Córdoba, Argentina.

Nos proponemos leer, entender y comentar los primeros párrafos de un discurso que Benedicto XVI preparó con mucho empeño, escrito originalmente en alemán y luego traducido al francés, y que pronunció el viernes 12 de setiembre de 2008, durante su viaje apostólico a Francia. No entraremos en la discusión de sí es obra de Benedicto XVI o de Joseph Ratzinger, lo tomamos como parte de su magisterio, orientado a iluminar nuestra vida de fe y que por eso mismo habla e interpela a nuestra inteligencia.

La alocución se enmarca en la línea de otros discursos y lecciones: Curia Romana, Ratisbona, La Sapienza. La temática central es la relación entre la fe y la razón, la fe y la vida, la fe y la(s) cultura(s). Además es clave para la lectura de las Catequesis “monásticas” del año 2009: 2 de setiembre: Otón de Cluny; 9 de setiembre: Pedro Damián; 23 de setiembre: Anselmo; 14 de octubre: Pedro el Venerable; 21 de octubre: Bernardo; 28 de octubre: La teología del siglo XII; 4 de noviembre: Bernardo y  Pedro Abelardo; 11 de Noviembre: La orden de Cluny; 25 de noviembre: Hugo y Ricardo de San Víctor; 2 de diciembre: Guillermo de Saint-Thierry; 9 de diciembre: Ruperto de Deutz…

1. Leemos en la traducción española publicada por la Santa Sede (vatican.va):

“Señor Cardenal, Señora Ministra de la Cultura, Señor Alcalde, Señor Canciller del Instituto de Francia, Queridos amigos: Gracias, Señor Cardenal, por sus amables palabras. Nos encontramos en un lugar histórico, edificado por los hijos de san Bernardo de Claraval y que su gran predecesor, el recordado Cardenal Jean-Marie Lustiger, quiso como centro de diálogo entre la sabiduría cristiana y las corrientes culturales, intelectuales y artísticas de la sociedad actual. Saludo en particular a la Señora Ministra de la Cultura, que representa al Gobierno, así como al Señor Giscard D’Estaing y al Señor Chirac.

Asimismo, saludo a los Señores Ministros que nos acompañan, a los representantes de la UNESCO, al Señor Alcalde de París y a las demás Autoridades. No puedo olvidar a mis colegas del Instituto de Francia, que bien conocen la consideración que les profeso. Doy las gracias al Príncipe de Broglie por sus cordiales palabras. Nos veremos mañana por la mañana. Agradezco a la Delegación de la comunidad musulmana francesa que haya aceptado participar en este encuentro: les dirijo mis mejores deseos en este tiempo de Ramadán. Dirijo ahora un cordial saludo al conjunto del variado mundo de la cultura, que vosotros, queridos invitados, representáis tan dignamente”.

Después de los saludos de rigor el papa hace referencia al “lugar” elegido, por su valencia simbólica, para el encuentro con el mundo de la cultura. Un colegio fundado en 1245 por Étienne de Lexington, abad de Claraval, por indicación del Inocencio IV, pontífice convencido de que la renovación de la Iglesia debía pasar por el estudio, como un centro de formación teológica para los monjes blancos (Cf. L. Herrera, Historia de la Orden del Cister III, Monasterio de Las Huelgas, Burgos, 1989, pp. 13-34).

Confiscado durante la Revolución Francesa, el edificio se vendió y pasó por diversas peripecias: bodega, prisión, cuartel de bomberos e internado de la escuela de la policía, hasta que fue adquirido por la arquidiócesis de París, por iniciativa del Cardenal Lustiger, como espacio de encuentro entre la fe y la cultura. Más de cinco años fueron necesarios para la restauración de está auténtica joya de la arquitectura medieval que se reabrió el 4 de septiembre. La historia del edificio es casi una alegoría del uso de la razón.

El auditorio estaba compuesto por setecientos representantes europeos del pensamiento (Académicos del Instituto de Francia, del que Ratzinger era asociado extranjero), la ciencia y las artes, de la UNESCO y del mundo islámico, es decir, se dirige a intelectuales cristianos y no cristianos. Este no es un dato sin importancia.

2. El discurso propiamente se inicia con un elenco de preguntas formuladas desde el “tiempo” presente, las posibles preguntas de los mismos oyentes:

“Quisiera hablaros esta tarde del origen de la teología occidental y de las raíces de la cultura europea. He recordado al comienzo que el lugar donde nos encontramos es emblemático. Está ligado a la cultura monástica, porque aquí vivieron monjes jóvenes, para aprender a comprender más profundamente su llamada y vivir mejor su misión. ¿Es ésta una experiencia que representa todavía algo para nosotros, o nos encontramos sólo con un mundo ya pasado?

Para responder, conviene que reflexionemos un momento sobre la naturaleza del monaquismo occidental. ¿De qué se trataba entonces? A tenor de la historia de las consecuencias del  monaquismo cabe decir que, en la gran fractura cultural provocada por las migraciones de los pueblos y el nuevo orden de los Estados que se estaban formando, los monasterios eran los lugares en los que sobrevivían los tesoros de la vieja cultura y en los que, a partir de ellos, se iba formando poco a poco una nueva cultura. ¿Cómo sucedía esto? ¿Qué les movía a aquellas personas a reunirse en lugares así? ¿Qué intenciones tenían? ¿Cómo vivieron?”.

Se abre así una Quaestio (pregunta u objeción) que posibilita la Disputatio (diálogo y reconocimiento del otro). Propone de éste modo un modelo concreto de ejercicio de la razón, que es una salida del escepticismo, que niega hoy no sólo la capacidad de responder, sino hasta de preguntar. Manifestando de este modo lo que se ha dado en llamar: “confianza en la razón”,  “otro ejercicio de la razón”.

Según afirma Andrés Ollero Tassara, en la ponencia presentada en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas el martes 25 de mayo de 2010: “…así como figuras políticas del pasado se hicieron acreedores del título de «Defensor fidei», Benedicto XVI aparece como un «Defensor rationis» en su empeño por propiciar un «ensanchamiento de nuestra comprensión de la racionalidad», respondiendo a «los intentos estrechos y fundamentalmente irracionales de limitar el alcance de la razón».

El concepto de razón tendría que «ensancharse», para explorar «aspectos de la realidad que van más allá de lo puramente empírico» (Recordando que «el nacimiento de las universidades europeas fue fomentado por la convicción de que la fe y la razón están destinadas a cooperar en la búsqueda de la verdad, respetando cada una la naturaleza y la legítima autonomía de la otra», Discurso del 23 de junio de 2007 a los participantes en el primer Encuentro Europeo de Profesores Universitarios celebrado en Roma).

Meses después hubiera llegado ya más lejos, si alguna roma versión de lo políticamente correcto no se lo hubiera impedido: «el mensaje de la fe cristiana nunca es solamente una ‘comprehensive religious doctrine’ en el sentido de Rawls, sino una fuerza purificadora para la razón, que la ayuda a ser más ella misma» (Discurso que iba a pronunciar durante su visita a la Universidad pública “La Sapienza” de Roma, prevista para el 17 de enero de 2008).

Esta conferencia fue ofrecida en Librería Lectio –

en Paseo Santo Domingo – Córdoba, Argentina.

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