Sobre la Plegaria

     Los que realmente han decidido servir a Dios se han de ejercitar constantemente en guardar  su  recuerdo en el  corazón y orar incesantemente a Jesucristo, repitiendo interiormente: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador”.  Y, obrando así, alejando las distracciones, guardando su conciencia en la paz, todo el mundo puede acercarse a Dios y unirse a Él. Isaac de Siria dice que, fuera de la oración continua, no hay otro medio para acercarse a Dios.

     En la iglesia, es  bueno tener los ojos cerrados para  evitar las distracciones, podemos abrirlos si vemos que nos viene sueño, y entonces debemos mirar un icono o un cirio encendido ante él.

     Si durante la oración nuestro espíritu se disipa, debemos humillarnos ante Dios y pedir perdón…, porque, como dice Macario: “el enemigo no aspira sino a alejar nuestro espíritu de Dios, de su temor y de su amor”.

    Mientras la inteligencia y el corazón están unidos en la plegaria y el alma no es turbada por nada, entonces el corazón se llena de calor espiritual y la luz de Cristo inunda de paz y de alegría a todo el hombre interior.

    [San Serafín de Sarov]

 

Irina Gorainoff. Sant Serafí de Sarov. Publicacions de l´Abadía de Montserrat. 1987, El grà de blat, nº 62. p. 178. [Traducción FMV]

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