Un severo ascetismo
Debemos llenar nuestros corazones hasta rebosar con el Nombre y pensamiento de Jesús, aferrándolo con cuidado, como una vasija preciosa, defendiéndolo contra toda intrusión o mezcla.
Este es un ascetismo severo. Requiere olvido de sí, morir a uno mismo, a medida que el Nombre de Jesús crece en nuestras almas.
“Es necesario que él crezca y que yo disminuya”
(Jn 3, 30)
de “La invocación del Nombre de Jesús”
Autor Anónimo
– Ed. Claretiana – 2009. Bs. As. – Pag. 27
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