La paz del corazón
¡Ay del que está solo!, dijo Salomón.
Sí, ¡ay de mí!, solo, si tú no estás conmigo o yo contigo. Por dichoso y sumamente feliz me tengo si siento que tú estás conmigo.
Señor, me atedio de mí mismo cuantas veces siento que tú no estás conmigo.
Cuantas veces estoy contigo, tantas veces estoy también conmigo; no estoy conmigo siempre que no estoy contigo.
Y… ¡ay de mí! cuántas veces no estoy contigo. Sin ti no puedo existir. Imposible me sería subsistir de cualquier modo que fuere, en mi cuerpo o en mi espíritu, sin tu poder presente. Ni te desearía ni te buscaría sin el auxilio de tu gracia presente. Nunca te encontraría si tu misericordia y tu bondad no salieran a mi encuentro.
Más como en todo esto yo estoy contigo, siento tu gracia que obra en mí. Es un bien para mí, como la existencia, la vida. En el Señor se gloría mi alma.
Guillermo de Saint-Thierry (s. XII)
Icono de Santa María del Encuentro
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