Libertad


A Sus pies
A Sus pies

del Hermano Rafael Arnáiz

785. Por encima del monasterio pasan volando algunos días, aviones que surcan el cielo con velocidades prodigiosas. El ruido de sus motores atemoriza a los pajarillos que anidan en los cipreses de nuestro cementerio.
Enfrente del convento y atravesando la finca, existe una alquitranada carretera (1) por la que circulan a todas horas camiones y coches de turismo, para los cuales la vista del monasterio no ofrece ningún interés.
También atraviesa los campos de la Trapa, una de las principales vías férreas de España(2). Pasan los trenes tan cerca del muro de la Abadía que cuando son muy rápidos, hacen trepidar todas las paredes de la casa y de la iglesia.

Todo eso es fuera.

Dentro, hay un centenar de hombres, a los cuales no les interesa todo ese movimiento. Todo eso, dicen que es libertad. Todo lo contrario, o sea, el monje en su claustro, dicen que es encierro.
Mas el hombre que medite un poco, verá cuán engañado está el mundo en medio de eso que él llama libertad; verá que la verdadera libertad está muchas veces encerrada en las cuatro paredes de un convento. La libertad del cuerpo, no es libertad, pues éste está supeditado en el hombre carnal, a su carne y a sus pasiones, y en el hombre espiritual, a su espíritu.
La libertad del espíritu, tampoco es verdadera libertad, pues mientras viva junto al cuerpo es prisionero que no puede volar.

786. ¿Dónde está, pues, la libertad?
Está en el corazón del hombre que no ama más que a Dios. Está en el hombre cuya alma, ni está apegada al espíritu ni a la materia, sino sólo a Dios.
Está en esa alma, que no se supedita al «yo» egoísta, en esa alma que vuela por encima de sus propios pensamientos, de sus propios sentimientos, de su propio sufrir y gozar.
La libertad está en esa alma cuya única razón de existir es Dios, cuya vida es Dios y nada más que Dios.
El espíritu humano es pequeño, es reducido, está sujeto a mil variaciones, altas y bajas, depresiones, decepciones, etc… y el cuerpo… ¡con tanta flaqueza!

787.  La libertad está, pues, en Dios y el alma que de veras saltando por encima de todo, asiente en El su vida, se puede decir que goza de libertad dentro de lo que cabe, para el que aún está en el mundo.
El que ama algo que no sea Dios o que a El represente de una manera indirecta, como es por ejemplo el amoral prójimo, a los Santos…, a la Santísima Virgen. El que pone su corazón en algo fuera de El…, no sabe lo que es gozar de libertad, aunque atraviese los cielos de España en avión y las tierras todas del mundo en los más rápidos trenes.

«Mi cuaderno» – 15 de diciembre de 1936 –

Texto extraído y más textos del Beato en:

statveritas

link:

Abadía San Isidro (Dueñas)


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