del Abad Abraham

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¿Qué privación podrá entristecer hondamente a aquel que reconoce que todo lo que los otros pueden arrebatarle no le pertenece y protesta con valentía: «Nada trajimos al mundo y nada podemos llevarnos de él?

¿Que indigencia podrá abatir la fuerza de un hombre que no quiere llevar alforja para el camino, ni dinero en su cinto, ni túnica que le proteja de la intemperie, sino que con el Apóstol se gloría en ayunos frecuentes, en hambre y sed, en frío y desnudez?

¿Que trabajo, que orden, por ardua que sea, de su anciano; podrá turbar la tranquilidad del corazón  de quién, no teniendo voluntad propia, va adelante en todo cuanto se le ha mandado no solo con paciencia, sino inundado de alegría; que a ejemplo de Nuestro Salvador, no busca hacer su voluntad, sino la del Padre; diciéndole él mismo: «No se haga como yo quiero, sino como quieres tu?».

…Y entonces por una sin razón luchamos contra el consejo que dice: «Si quieres ser perfecto, ve, vende -o abandona- cuanto, y ven y sígueme».  Es decir, que queremos conservar los bienes de la tierra. De ahí las innumerables cadenas conque el demonio nos tiene presos.

…nos torturará sin cesar con el azote de los cuidados terrenos, tomando de nosotros mismos ocasión de lacerarnos…Y Salomón atestigua asimismo: «Por donde uno peca, por ahí es atormentado». Los mismos placeres que amamos constituyen en sí mismos nuestro tormento.

…»si proceden por la senda recta, hallarán suaves los caminos de la justicia». Somos nosotros repito, los que volvemos ásperos con los guijarros de nuestros deseos, los rectos y fáciles senderos del Señor.

Extraído de «Colaciones II« de Juan Casiano, XXIV –
«Conf. del Abad Abraham, de la mortificación».
Pags. 467/8 NEBLI – Madrid – 1961

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