La paz del corazón
Espero se encuentren bien, hermanados en el Espíritu y afianzados en el hábito de la repetición del Santo Nombre.
Anteriormente vimos la necesidad de ir reemplazando divagación por oración, unificando la mente en torno a este centro estable. También, la urgencia de poner el cuerpo al servicio del crecimiento espiritual si es que se pretende avanzar hacia la contemplación. Hacernos dueños de cuerpo y mente, herramientas dadas para elevarnos a Dios ya desde este mundo.
Quisiera contarles hoy brevemente acerca de un particular modo de hacer. Es una manera de abordar las tareas que nos trae lo cotidiano. Una posición que se asume, que también al hacerse costumbre, nos transforma. Este modo de estarse en la acción, es oración y permite la serena vivencia de los acontecimientos exteriores. Uno deja de anhelar esta o aquella situación, porque encuentra en todos los instantes la misma satisfacción.
Esta manera de actuar se caracteriza por la suma atención que pone en ella quién la ejecuta. Este, consciente de la Presencia de Dios en todo y en todas las cosas actúa como el oficiante en la liturgia. Con reverencia, concentrado, poniendo lo mejor de sí. “En Él vivimos, nos movemos y existimos…” (Hechos 17, 26-28) Conscientes de lo que dice el apóstol, es preciso abandonar la creencia de que aquél otro momento es más importante que este, en el que nos encontramos. Dejar de valorar en función de las expectativas. Asumir que la vida toda es un misterio mediante el cual Dios nos enseña y nos llama a Su presencia.
Esas valoraciones que efectuamos en base a nuestras expectaciones e inquietudes no tienen asidero. Es tan importante este sitio como el otro al igual que el trayecto entre ambos. La vida es un continuo y estamos siempre moviéndonos en “Su casa”. Hay un modo de ponerse mental y corporalmente que facilita la percepción de la gracia actuante en nosotros y lo que nos rodea. Es un modo sin apuro, que dispone ordenadamente los elementos necesarios para la acción que se va a efectuar. Que desarrolla cada paso con la misma intensidad. Se lo percibe como un hacer armónico. Se logra teniendo confianza en que esta tarea que tengo delante es parte de lo que El Señor me pide hacer en esta vida y confianza en que poniendo mi necesario esfuerzo Él llevará las cosas a buen término.
Es un hacer desde el Espíritu, usando el cuerpo y la mente según la función de servicio para la que fueron creados. Es una acción desde adentro y no alienados en el afuera. Esta cualidad en la acción constituye oración y al hacerse continua nos unifica. Mi Padre espiritual consciente de mi apego a ciertas formas de oración en particular, me mandaba barrer con lentitud grandes extensiones de tierra alrededor del sitio donde nos hallábamos retirados. Me decía, que si no encontraba yo el mismo gusto y devoción en ambas tareas por igual, caía en cierta forma de idolatría. Me aconsejaba barrer con unción, con devoción por la tarea, tratando de darle al Señor lo mejor aún en tareas que podía mi mente considerar humildes.
Con el tiempo llegamos a comprender y experimentar que el gozo no está en esto o en aquello sino que se encuentra en uno mismo y que puede derramarse sobre las actividades y las cosas. Esa práctica de tomar cada actividad como una forma de oración crece y se afirma si empezamos a “teñir” todo lo que hacemos con la oración de Jesús. Un hermano decía que se podía ir por el mundo bendiciéndolo todo al cubrirlo con el Nombre de Jesucristo. Si vemos un hecho desagradable lo integramos bajo el manto protector de la oración del Nombre del Señor. Ante lo bueno agradecemos con la misma oración.
Tanto en nuestras caídas como al descubrir nuestros progresos, volvemos a la frase elegida, que se convierte en nuestra forma de adherir a la vida, nuestro asentimiento a la acción de Su voluntad. Es conveniente elegir una o dos actividades que realicemos con cierta frecuencia y ejercitarnos en poner allí esta actitud devocional, esta apertura del corazón a la vivencia. Es buena materia también para el examen diario de la conciencia, revisar como se ha trabajado esta nueva actitud que se busca.
Hace falta determinación, una actitud decidida de acercarse al Señor, el resto a Él le atañe. Recuerdo ahora mis titubeos y dudas cuando me iniciaba en este camino y como vino a ser una enfermedad la que me ayudara a consolidar el hábito de la oración de Jesús. Es que no se sabía entonces si lo que padecía era muy grave o no, hubo unos días de espera para saberlo. Claro, lo que había sido un tibio acercamiento a la oración del Santo Nombre, se convirtió en fervor y piedad que no había conocido antes en mí. El temor a la muerte vino a servirme de gran ayuda y rápido encontré razones para pedir misericordia.
Pero quién no atraviese ese trance… ¿Cómo hará para motivarse y disponerse con firme decisión a practicar esta oración? Quizás porque siente un llamado claro o una evidente inclinación hacia esto. Quizás algún otro se sienta interesado porque le aseguramos una bienaventuranza plena luego de algún tiempo de práctica. Ojalá que así sea; la perla escondida está a la mano, propiamente se ha hablado bien cuando se dijo que El reino de Dios está aquí, entre nosotros. (Lc. 17, 20-21) Según nuestra experiencia, se encuentra en el mismo Nombre de Jesucristo, que actualiza la redención en el momento mismo que se lo pronuncia.
Los saludo con afecto fraterno
Links de Hoy:
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por el Dr. Fray Alberto E. Justo
28 de Mayo – 20:15 Hs.
Librería “Lectio”
Paseo Santo Domingo – Córdoba – Arg.
Muy bueno, compré los libros Desde la ermita y la Oración de Jesús y me parecieron excelentes y motivadores. Quería agradecerles y preguntar donde seguir las publicaciones de su autor, o algún mail para contactarme.
Gracias ! abrazo.
«Esta manera de actuar se caracteriza por la suma atención que pone en ella quién la ejecuta. Este, consciente de la Presencia de Dios en todo y en todas las cosas actúa como el oficiante en la liturgia. Con reverencia, concentrado, poniendo lo mejor de sí «.
Encontraba una semejante idea con Simone Weil aquella mujer estupenda que solo vivia por 33 años. Segun ella hacer una tarea o una cosa con toda atencion es el acto por lo cual se presenta mismo a Dios.
Esta carta de Esteban es para mí realmente valiosa, ya que a veces me cuesta unir mi trabajo con la oración. Estaba considerando las dos cosas por separado y las quería integrar. Las palabras de la carta me han hecho ver que todo en la vida es una sola cosa, y ya he puesto por obra las indicaciones, porque he cambiado la visión que tenía. Unas acertadas palabras de quien recorre estos caminos desde hace tiempo, y ellas logran en un instante lo que me ha costado tiempo de reflexión y de esfuerzo, al querer integrar lo que en realidad estaba integrado.
Muchas gracias.
Estas indicaciones de Esteban, cambiaron mi vida de un día al otro, ya que mi jornada tenía dos momentos uno de oración y encuentro con Dios, y el otro en en que era «un ente de producción para la sociedad, la cual me compraba por dinero»… de allí que comencé a ofrecer a Dios «en realidad» cada instante de mi trabajo mientras repito mi plegaria, y digo en realidad, ya que desde ahora no me interesa la producción ni el dinero a cambio del trabajo, lo que mas valoro de este, es la oportunidad que me da de orar constantemente. Y lo que antes rechazaba por alejarme de Dios, ahora lo agradezco por acercarme a Él,… lo mas curioso es que es el mismo trabajo y el mismo cliente… lo único que cambió es que solo dejó de ser, mi actividad, diferente de mi oración. Gracias a todos por compartir.
Que alegría Adrián, eso que cuentas.
«lo único que cambió es que tu actividad ya no es diferente de tu oración…» Creo que ahí radica una clave para el desarrollo espiritual.
Saludos en Cristo.
«Dejar de valorar en función de las expectativas. Asumir que la vida toda es un misterio mediante el cual Dios nos enseña y nos llama a Su presencia». Incluso cuando uno no se tiene en pie de los dolores, como es hoy mi caso, incluso cuando uno rompe la cisterna del inodoro y la tubería de la pila de la cocina se pudre y hay que fregar en la bañera.»Con el tiempo llegamos a comprender y experimentar que el gozo no está en esto o en aquello sino que se encuentra en uno mismo y que puede derramarse sobre las actividades y las cosas. » En ésas estamos.
Así es amiga. Esos momentos de fastidio, parecen ser los mas indicados para poner en práctica lo aprendido.
Ahí está la verdadera lucha para no sucumbir.
Un saludo fraterno.