La paz del corazón
1. El Espíritu Santo que fecunda la Iglesia con sus dones y carismas, ya en los primeros siglos suscitó entre los creyentes, hombres y mujeres, la llamada a seguir Jesús de Nazaret al desierto “profundo” de la solitud, el silencio, la oración y la contemplación, imitando su estilo de vida austero y penitente durante cuarenta días y cuarenta noches, antes de iniciar su vida pública itinerante para anunciar la buena noticia del reino de Dios.
2. Este estilo de vida anacoretica, tan presente en la primitiva Iglesia por los Padres del desierto (Antonio, Pacomio, Pablo, Hilario, etc.), que define muy bien el perfil propio de la vida anacoretica fiel al Jesús del evangelio orando solo en la montaña, fue la primera forma de vida consagrada reconocida por la comunidad cristiana, juntamente con las vírgenes dedicadas al servicio de su único Señor y de sus hermanos y hermanas del mundo.
3. Nunca en la Iglesia han faltado familias religiosas con una espiritualidad eremítica (la Camáldula, la Cartuja, el Carmelo, Charles de Foucaud…), y es que el Espíritu, siempre presente y activo, continua llamando a algunos seguidores del Jesús del evangelio, conducidos por el amor indivisible, a vivir en el desierto para dedicar “su vida a la alabanza de Dios y la salvación del mundo a través de una separación más estricta del mundo, del silencio de la solitud, de la oración asidua y de la penitencia” (CIC, c. 603).
4. En la Iglesia de Occidente, desde hace ya unos años, vuelve a estar vivo este carisma de la vida eremítica con la radicalidad genuina del monaquismo más primitivo. Esta recuperación de la vida anacoretica, es sin duda una gracia y un don del Espíritu para la Iglesia en general, en un proceso de renovación de la vida consagrada. Es necesario recordar que nuestra Iglesia de san Pablo y san Fructuoso fue en otro tiempo una de las más avanzadas en la vida eremitita, sobretodo en el Montsant i en el Samuntá, así como en otros lugares. Y por esto hoy, quiere ser la continuadora de aquellos eremitas que se establecieron en nuestras montañas y fueron sal y levadura del Reino en otros tiempos.
5. Nuestra Iglesia metropolitana y primada, después del reconocimiento oficial de esta forma de vida consagrada por parte de la Iglesia universal (CIC, c. 603), y tras unos años de experiencia con estatutos aprobados ad experimentum el 29 de abril de 1986, quiere reconfirmar oficialmente y a perpetuidad este estilo de vida consagrada y evangélica, es decir, el camino personal del monje o monja eremitica que, en el silencio contemplativo, busca el gozo de amar, adorar, alabar y bendecir al Padre de nuestro Señor Jesucristo orando por sus hermanos y hermanas del mundo y evitar posibles pseudo eremitas, de los cuales tampoco se libró el eremitismo de los Padres del desierto.
Vida eremítica en la Iglesia de Tarragona – Estatutos
Tal vez alguno de los hermanos pudiera tener información sobre la posibilidad de retirarse a un Monasterio a vivir silencio durante algunos meses. No es precisamente vida eremítica, pero sí una opción para quienes por el momento no podemos retirarnos definitivamente y estamos en espera de la Voluntad de nuestro Señor al respecto.
No me parece que sea fácil pasar algunos meses en un monasterio. Habitualmente los monasterios ponen límites de días y el máximo, habitualmente es una semana. Personalmente paso habitualmente un fin de semana al mes en un monasterio benedictino. No te ayudará ese proceso o pasar una semana? A mí me ha gustado en España el monasterio de benedictinas cerca de Montserrat, otros, cistercienses, uno cerca de Tarragona, otro de Pontevedra y otro, de benedictinas cerca de Vigo. Yo soy portuguesa, vivo en Oporto y Vigo no es lejos.
Claro que no es vida eremítica, lo entiendo. Te hace falta el silencio, la oración, el ambiente comunitario y litúrgico. Vive tu cuotidiano que no tiene ahora eses elementos, ama tu cuotidiano que es lo que el Señor te ha dado a vivir ahora. Y por eso es don.
Hermana, le explico por qué los monasterios ponen límites en las estadías de las personas que los buscan: hay personas que no arriesgan la experiencia de la vida monástica para hacer un confronto con la posibilidad de esa vocación y buscan vivir lo mas más cerca posible la vida monástica sin compromisos. No es también saludable para una comunidad monástica y para la persona. Es diferente una persona conocer una espiritualidad monástica, interrogarse se no es esa su vocación, empezar un diálogo con una comunidad y solicitar pasar un tiempo en clausura en esa comunidad. Entonces, eso es muy positivo: la persona puede conocer mejor si es esa su vocación personal y la comunidad también.
Si la hermana escribe “por el momento no podemos retirarnos definitivamente y estamos en espera de la Voluntad de nuestro Señor al respecto” es muy importante que viva ese tiempo donde está ahora y que es ya un tiempo de gracia para usted. Es que la voluntad de Dios ahora es esa y hay que vivirla con alegría y amor a Su Santa Voluntad ahora. Puede contar con mi oración.
Muchas gracias hno. Víctor de Barcelona,que el Espíitu Santo nos ilumine y nos conceda la gracia de la vocación a la vida eremítica.
BENDICIONES.
Hno. Benito de Jesús
Hola hermano! Es atrayente encontrar fundamentos de la vida contemplativa. Yo no poseo vocación eremitica, de solitud, pero si contemplativa, por ello te agradezco por que me anima. Igulamente, quisiera preguntarte ¿cómo crees que una consagrada laica podría vivir su vocación contemplativa? Bendiciones!
Hola Rosa Maria!
Yo soy también laica y consagrada, en una consagración personal. Hay en mí una dimensión muy contemplativa y es posible que monástica.
Como una consagrada laica puede vivir su dimensión contemplativa? Con una actividad profesional – era profesora – era importante para mí:
1 – un principio de Los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio de Loyola: Buscar y hallar Dios en todas las cosas: en mi trabajo, en mis colegas, en los acontecimientos cotidianos.
2 – La lectio divina que me conducía a una oración silenciosa al fin del día, si trabajaba, por la mañana me quedaba con las laudes; Ahora sigo el oficio litúrgico y tengo dos momentos de lectio divina y de oración silenciosa.
3 –El examen de consciencia antes de dormir
4 – Cada ano una semana de ejercicios espirituales, en silencio. A mí me ayudan mucho los de S. Ignacio de Loyola.
5 – El acompañamiento espiritual.
Bueno, es lo que me ayudaba. Cada uno tiene su ritmo, su manera de vivir.
Hola Víctor. Excelente aporte, te quería preguntar… ¿Que se entiende por «pseudo eremitas» o que se entenderá en el texto que citas?
Un abrazo en Cristo.