La paz del corazón
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
(Lc 2, 6-7)
Tres líneas en total. Para narrarnos el acontecimiento más solemne de la historia del mundo, el evangelista Lucas escribe solamente tres líneas. Todo un Dios que viene a «plantar su propia tienda entre nosotros». Y con tres líneas hay más que suficiente para decirlo. Con seguridad, la pluma habrá luchado entre las manos para resistir a la dura tentación de decir muchas cosas más.
Tres líneas tan sólo en la parte de arriba. Luego, toda una página en blanco. Y aquí estamos nosotros dispuestos a embadurnarla con nuestras pobres palabras.
Parecerá tal vez una simpleza comenzar la serie de «evangelios molestos» con la narración de la navidad; con una página que parece hablarnos exclusivamente de ternura, que evoca los más dulces y suaves pensamientos.
Y sin embargo, precisamente estas tres líneas de Lucas, si atinamos a disipar la tupida niebla de un necio sentimentalismo, son terriblemente molestas. Molestísimas. Porque constituyen la condenación más despiadada de esta nuestra navidad, hinchada de retórica, atiborrada de una poesía vulgar y dulzarrona, llena de miriñaques multicolores y de conmociones baratas.
Tres líneas. Nosotros en cambio hemos ido añadiendo renglones y renglones hasta hacer una obra mastodóntica e interminable, cursi y ficticia. Después hemos volcado sobre ella toneladas de sentimentalismo, de folklore, de pacotilla variada y de mal gusto. Y así nos ha salido una navidad, que más que nada es un pretexto.
Pretexto para dar rienda suelta a nuestra vena poética, más bien pobre; para bruñir un poquito el metal enmohecido de lo que llamamos nuestra religiosidad; para cepillar el polvo caído sobre nuestro uniforme de cristianos; para hacer alguna obra de caridad, sirviendo tal vez la comida a algún pobre… Y con ello quedamos convencidos de que somos unas personas colosales.
Pretexto para subir al escenario de la vida y representar una vez al año el papel del bueno. Porque hasta nos gastamos el lujo de creernos buenos. Una vez al año.
Francamente, hemos deshecho la navidad. Hemos saboteado la pura sencillez de esas tres líneas. Nuestra rica navidad se ha impuesto y ha empobrecido a la navidad verdadera.
Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía, y la noche se encontraba en la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente, cual implacable guerrero, saltó del cielo, desde el trono real, en medio de una tierra condenada al exterminio. Empuñando como cortante espada tu decreto irrevocable.
(Sab 18,14-15)
El silencio. Elemento natural, condición indispensable para que la palabra baje a la tierra. Y nosotros hemos roto ese silencio que nos resultaba demasiado molesto, destapando ruidosamente millones de botellas.
Pero ¿es que Cristo baja del cielo para que nos demos el gustazo de sentirnos buenos? ¿O para que nos volvamos románticos ante el ruido de las panderetas y de las zambombas? ¿O para que sintamos la amarga alegría de ver cómo se desbarata la sencillez de su venida? ¿Para eso solamente?…
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ESTOY COMPLETAMENTE CON EL ARtICULO ANTERIOR;HEMOS DESVIRTUADO TOTALMENTE LA NAVIDAD CONVIRTIENDOLA EN UNA RUIDOSA FIESTA QUE GIRA EN TORNO A LA SOCIEDAD DE CONSUMO. QUÉ TRISTEZA NO PERCATARNOS DEL PROFUNDO SIGNIFICADO QUE ENCIERRA LA NAVIDAD Y QUE SIN LUGAR A DUDAS SI LA VIVIESEMOS EN SU MAS INTRINSICO SENTIDO DE VERAS QUE HUBIERA PROGRESO EN NUESTRA CONVERSION Y TRANSFORMACION INTERIOR.
Muchas (demasiadas) navidades de mi vida, las pasé así como describe el hermano Jerónimo… y ni por asomo me sentía culpable o denunciada. Sólo las dos o tres últimas han sido de espera, solo espero lo que sé que llegará a mis pobres sentidos porque, de hecho, ya llegó. Pero Nuestro Señor tiene sus tiempos, a lo largo del año esperaré lo que esta Navidad me ha otorgado mi Dios por pura misericordia de Él, sin yo merecer nada.
Un saludo.
Por favor cuenten conmigo para colaborar en esta hermosa iniciativa.
Soy sacerdote venezolano.
Pienso que con la Encarnación Dios irrumpe en la Historia ; por eso podemos decir con el salmista: «El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres».
Es una Alegría que proviene de la contemplación del Misterio.
Lucas dice que un ángel hizo el Anuncio a los pastores:»Y de repente se juntó al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a dios diciendo:¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor.!. (Lc 2, 13-14). Por tanto gocemos de su Amor y alegrémonos de la venida del Enmanuel, porque como profetizó Zacarías:»Por la misericordia entrañable de nuestro Dios,nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que están en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»(Lc 2, 78-79)
Estos dias de Adviento con escoba y fregona preparaba el Pesebre de mí corazón; Juanito (el bautista) acompañado de Su inseparable PALOMA y con un cepillo de raices aquello quedo adecentado. Ya Has venido, es poca cosa TU cunita pero ya veras Jesús «Te echaré una mano hasta EL CALVARIO y Haras un trono de ella.»
Mucha Paz!
«… Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada» (Lc 2, 6-7).
Siento que el texto de Lucas es una escandalosa denuncia que, como en el sueño de Nabuconodosor, echa por tierra mi fe mágica e ingenua, enfrentándome a Palabra transformadora de Dios que encarnada en quienes son su sacramento por excelencia (Mt. 25,35-36) me urge a asumir una fe crítica y comprometida.
«Como baja la lluvia y la nieve del cielo y no vuelve allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que de semilla al sembrador y pan al que come; así será la Palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo» (Is. 55,10-11).
Hermano Julio:
me alegró mucho saber que ud. escribe desde Uruguay, pues ¡es mi país! Actualmente estoy viviendo en el exterior por un tiempito. Le mando un fraternal saludo, junto al deseo de crecer en la oración a través del Silencio, en donde se manifiesta la Presencia, como lluvia que fecunda la tierra de nuestro corazón.
Tremendamente impactante.Estoy absorto, con este texto, que sí, penetra en mi, en cada uno de los que lo han leido, releido y asimilado, como buena, mejor , extraordinaria reflexión, sobre la Navidad, y que despierta, en cada uno de nosotros, sentimientos diversos, a veces culturalmente dulzones i/o agrios.Es, un texto, muy necesario, para despertar, interrogar,lanzar, nuestra apagada fe…..,y sentir,vivir, expresar el sentido verdadero del nacimiento de Jesús, pobre, en la soledad, en el silencio de la fria noche…..FELIZ NAVIDAD, PAZ Y BIEN.
“Su luz” no nos descubre nuestras “mezquindades” sino todo lo inmensamente bueno que hay en el corazón humano y que se suele olvidar con frecuencia, incluso por motivos “muy santos”. No estoy de acuerdo con el tono culpabilizante del texto, en su primera parte. Precísamente, Dios no viene a condenar a nadie, ni siquiera nuestros supinos despistes y miserias, sino a descubrirnos el Amor que nos habita, gratuitamente, lo merezcamos o no. Y ayudarnos a re-conocernos en él.
Esas líneas de Lucas evidencian una realidad: que Dios comparte TODO lo nuestro, TODO LO HUMANO. Y en la paradoja de una elección: encarnarse en lo pequeño, en lo menos considerado y que menos cuenta en la sociedad. Es el Dios, sobre todo, de los más “des-graciados”, que en Él, recuerdan la gracia que les habita y les llama a “ser”, en toda su plenitud de hijos e hijas de Dios. Y a vivirnos realmente en “común-unidad” desde ahí.
Pero por favor, que no se caiga en la “demonización” de esta sociedad y de “sus maneras”. Es verdad que hay muchas injusticias que precisan la debida denuncia…y el debido “anuncio” (como toda buena acción profética). Pero, ¿desde dónde se hace y cómo? Más bien fijémonos en ese “crío” que nos nace (y siempre está ahí, esperándonos) para hacer camino con nosotros en el Amor. No en la sospecha, no en la culpabilización, no en la condena (ni de quienes lo dejaron fuera entonces ni de quienes lo dejan/dejamos fuera ahora, algo que sólo puede despertar “con-miseración” por evidenciar que no se CONOCE el amor, porque quien lo conoce DE VERDAD, no lo deja, como decía una vieja máxima clásica).
Con todos mis respetos y mi cariño al autor cuya intención, sin duda, es buena. Pero personalmente prefiero otras formas de “despertar” y “pro-vocar” tal despertar…: la Suya. Su entrada en nuestra historia y cómo lo hace es toda una lección. La primera, si cabe.
Feliz Navidad a todos y a todas, no “a pesar de”, sino “sobre todo con” nuestras debilidades. Porque sin duda, puestas en Sus manos amorosas, serán nuestra fuerza. Y un valioso medio que el Señor usará según estime necesario. Por algo, es Él (la luz y el amor) quien lleva esta historia… Por más ruido que metan los árboles que caen, ahí está ese hermoso bosque que crece en silencio. Como el silencio de esta Nochebuena…
Saludos
Fabiola
Impresionante el texto!!!. Me lo “saboree” totalmente!. Es una mezcla de rebelión y agradecimiento. Rebelión porque manifiesta claramente los estragos de la mentalidad consumista que llega a herir lo más genuino del corazón (morada del Dios Amor) y agradecimiento porque en el fondo Dios sigue Vivo en cada uno,a pesar de los pesares; sigue invitando a pesar de todos los “ruidos” y revelándose en la oscuridad de la noche, a pesar de la “borrachera” de los sentidos y de la “ceguera” del que no quiere ver…
Gracias Dios, porque esperas de nosotros que regresemos a tu casa, porque sigues anhelando el abrazo de “corazón a corazón”, porque no violentas nada y siempre esperas vernos tal cual somos, sin ropaje, sin adornos, sin ruidos y puedas entonces gozar desde un profundo SILENCIO, el verte a ti mismo en cada obra de tu creación. Amén