La paz del corazón
Personas que, en Jesucristo, tienen la única profesión de pertenecer exclusivamente a Dios, estas disponibles para cumplir su voluntad y vivir el Evangelio en la Iglesia y en el mundo.
Personas cuya profesión es hacer lo que puedan para asumir ante todo la voluntad de Dios, para que Cristo sea ante todo y sobre todo su amor; para que amen lo que Él ama y cono Él ama; para estar siempre “con la mochila preparada»; para ir a cualquier sitio y hacer cualquier cosa por Él; para vivir un Evangelio siempre descifrado y siempre imitado; no importa dónde ni cuando, tanto en la Iglesia como en el mundo.
Ser personas para las que Dios lo es todo, en medio de un mundo en el que a menudo Dios no es nada. Personas que han pagado el sacrificio de una vida normal para adquirir la libertad de obedecer, quizás no del todo pero en la medida de lo posible, al Evangelio recibido de la Iglesia.
Ser personas seducidas por Dios entre gentes parecidas a ellas.
Personas que tienen los mismos jefes de que los demás cristianos: el Papa y los obispos.
Personas que toleran mal el sufrimiento de los demás, pero saben que el suyo actúa en alguna parte, aunque no sepan dónde.
Personas religiosas que van vestidas como todo el mundo y de una forma sencilla.
Personas que se han entregado para siempre, poniendo lo máximo de sí mismas en sus actos, pero que se sienten capacitadas para captar que no son perfectas; lo que no es irreparable…, pues están en un camino de perfección, aunque en un estado de imperfección.
Personas para las que la Cruz de Cristo es el mejor medio para que brille la gloria de su Dios.
Hijos de Dios y de la Iglesia que sufren por sentirse como ilegítimos, pero que creen que la sangre de la gracia corre por ellos.
Quiere –en la medida en que Dios lo quiere- el “escándalo de la Cruz y su locura”.
No quieren construir ciudades: sor rocas vivas bajo tierra, con vistas a construir la auténtica ciudad de Dios.
Sí, toda la caridad fraterna es obligatoria.
Sí, la la caridad fraterna está por encima de todo en su vida humana y sobre todo cuando quieren transmitir la fe, pero sólo porque son de Dios y por que Dios es amor.
[**nota de Madeleine Delbrêl, 1956]
SUS PALABRAS SON EL ECO DE MI PROPIA ALMA DESTERRADA EN ESTE MUNDO, MIL GRACIAS.
PAZ Y BIEN. HE DESCUBIERTO ESTE LUGAR POR CASUALIDAD? O JESÚS ME TRAJO HASTA AQUÍ? GRATAMENTE SORPRENDIDO POR SER EL IDEAL DE VIDA QUE SIEMPRE HE QUERIDO VIVIR…GRACIAS.
Si te gusta…bienvenido. estás en tu casa.
Lo seglar consagrado…uno entre tantos en la calle. Los seglares consagrados viven la vida escondida de Cristo y su consagración exprime lo que designamos el monje interior, el monacato interior. Eso ha sido y es mi vida, de esta hermana María.
Tengo el mundo, mi ciudad como monasterio y la celda es mi piso. Miro los hombres, las mujeres, los jóvenes que pasan en el metro, en la calle y encuentro en ellos una comunidad que no escogí. Hago la experiencia de la vida fraterna en la calle, con los que no tienen casa para vivir, ni trabajo, y tienen hambre. Los salmos y las lecturas del Oficio Divino son celebrados algunas veces en los trenes, en el autobús. La Cruz de Cristo me acompaña, la ternura de María también. La edad avanza y se miro el fin de mi vida como el encuentro definitivo con la gloria de Dios pienso en la contingencia de mi finitud, la contingencia de la enfermedad.
Gracias al hermano Gabriel por este post que exprime la vida cotidiana de tantos de esta Fraternidad Monástica Virtual.