La paz del corazón
La Eucaristía y el servicio están íntimamente ligados desde su institución, como el sol no puede separarse de su luz así no podemos separar una del otro. Vivir la Eucaristía es vivir el servicio. El grado máximo de este servicio es el lavar los pies de los discípulos (Jn 13, 1-12): ocupar el último lugar, el lugar del esclavo. Tras la Eucaristía y la última cena continua este paso de Jesús para ocupar el último lugar, lugar que nosotros no queremos ocupar: el de la Cruz.
Jesús nos ama, nos llama cada uno personalmente, y nos llama a caminar en comunidad o familia, –quizás a alguno en esa dimensión particular de soledad en la comunión de los santos, más no es lo común-, en Parroquia, en Iglesia. Y en este aspecto también debemos vivir esta palabra del Señor personal y fraternalmente, comunitariamente.
Lavarnos los pies comunitariamente implica aceptar a cada hermano como es: en su situación y en su realidad, con sus defectos y virtudes, con sus talentos o carencias. Significa perdonar sin guardar “nota” de sus faltas, “apuntes” de sus “caídas”. Tener paciencia con él. Recibirlo como “Don de Dios” para mi. Reconocer su valía y sus meritos. En definitiva: compartir y acoger, todo aquello que construye el bien del otro, su necesidad, su anhelo, su esperanza. Respetar y acompañar al otro en su dolor, duelo, peña, debilidad. También significa, y a veces es difícil, ¡dejarnos amar, corregir, edificar, exhortar, acompañar por el otro!
__________________
Santa Teresa del Niño Jesús «Oración para obtener la humildad» «Este es mi cuerpo, entregado por vosotros» (1Co 11,24)
“Oh Jesús, cuando erais peregrino en la tierra dijisteis: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis el descanso de vuestras almas.” (Mt 11,29) Si, poderoso Monarca de los cielos, mi alma halla el descanso al ver cómo os abajáis, vistiendo forma y naturaleza de esclavo, hasta lavar los pies de vuestros apóstoles. Entonces me acuerdo de estas palabras que pronunciasteis para enseñarme a practicar la humildad: “Ejemplo os he dado, para que lo que yo he hecho lo hagáis también vosotros. No es mayor el discípulo que el Maestro…Si comprendéis estas cosas, seréis felices practicándolas.” Comprendo, Señor, estas palabras, salidas de vuestro corazón manso y humilde, y con la ayuda de vuestra gracia quiero practicarlas…
Nadie tenía, Amado mío, este derecho respecto a vos, y sin embargo, obedecisteis, no solo a la Santísima Virgen y a san José, sino también a vuestros verdugos. Ahora os veo colmar la medida de vuestros anonadamientos en la Hostia. ¡Con qué humildad, oh divino Rey de la gloria, os sometéis a vuestros sacerdotes, sin hacer distinción alguna entre los que os aman y los que son, por desgracia, fríos y tibios en vuestro servicio! …Estáis siempre pronto a descender del cielo a su llamada…
Pero conocéis, Señor, mi debilidad; cada mañana tomo la resolución de practicar la humildad, y por la noche reconozco haber cometido muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también orgullo. Quiero, por tanto, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en vos. Puesto que todo lo podéis, dignaos hacer nacer en mi alma la virtud que deseo. Para obtener esta gracia de vuestra infinita misericordia, os repetiré muchas veces: “Jesús manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al vuestro.”
Fuente: ©Evangelizo.org 2001-2013
|
Limpia Señor mi corazón, sana mi mente, ilumina mi alma, para así poder servir a mis hermanos, en especial a los pobres, a los humildes, a quienes necesitan amor, a los que no poseen vivienda, a los que tienen hambre y sed, a quienes están desnudos, a quienes no te conocen, a quienes te odian, y a quienes atacan a tu iglesia santa. Quiero morir contigo hoy en la cruz, para así resucitar contigo el día de mi muerte. Perdona Señor mis pecados y mis faltas. Al momento de mi muerte llévame a una de esas mansiones que subiste a prepararnos cuando ascendiste al cielo. Ven Señor a mi corazón en el sacramento de la Eucaristía. No me desampares Señor en el transcurso de mi vida. Señor, quiero amarte sirviendo a mis hermanos.Si tu Señor te abajaste hasta sufrir una muerte de cruz, déjame Señor crucificarme en la cruz de tu amor y del servicio a quienes me necesiten, independientemente de quienes sean, amigos o enemigos. Oh mi b uen Jesús quiero llevar tu cruz y quiero crucificarme contigo en esta tarde del viernes santo.
JESUS MANSO como cordero «no se somete a ningún sacerdote» y si distingue a los hombres que Lé sirven con presteza de aquellos que Lé sirven con tibieza (a los tibios os vomitaré). TENEMOS QUE RECORDAR QUE JUSTICIA Y MISERICORDIA SON LO MISMO PARA NUESTRO SEÑOR.
Que hermoso ver un Papa que rompe con lo tradicional. Ir A Instituto Carcelario a lavarles los pie,internos. Tuve, preso y me viniste a ver. Amén.
PAZ Y BIEN, REFLEXION PERFECTA PARA ESTE DIA SANTO, BENDICIONES
MUY LINDA LA PROPUESTA DE LAVARNOS LOS PIES COMUNITARIAMENTE MÁS ALLA DE CREENCIAS, ESTILOS, TEMPERAMENTOS, INTERESES, BÚSQUEDAS…
Excelente artículo. Gracias y de antemano felices pascuas de Resurrección.
VIVIR LA EUCARISTIA, ES VIVIR EL SERVICIO. PERFECTA DEFINICION.
BENDICIONES PARA TODOS LOS HERMANOS/AS.