¿Cómo será mi atardecer?

Todos aquellos que nos han precedido en la vida y están en el Señor, el Señor Dios, la belleza, la bondad, la verdad, la ternura, el amor pleno nos espera y aquellos que nos han precedido, y han muerto en el Señor, están allá. Y proclaman que fueron salvados no por sus obras, hicieron obras buenas, pero fueron salvados por el Señor. La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono. Y Él es quien nos salva y es Él que nos lleva como un Papá, de la mano, al final de nuestra vida, justamente a aquél cielo, donde están nuestros antecesores.

[…]Los primeros cristianos diseñaban la esperanza con un ancla, como si la vida fuera el ancla, allá arriba, y todos nosotros yendo, teniendo la cuerda. Una bella imagen, esta esperanza. Tener el corazón anclado allá, donde están los nuestros, donde están nuestros antepasados, donde están los santos, donde está Jesús, donde está Dios. Èsta es la esperanza, ésta es la esperanza que no desilusiona, y hoy y mañana son días de esperanza. La esperanza es como la levadura que te hace crecer el alma. Hay momentos difíciles en la vida, pero con la esperanza, el alma va adelante, va adelante… ¡Mira aquello que nos espera! Hoy es un día de esperanza. Nuestros hermanos y hermanas están en la presencia de Dios. También nosotros, estaremos allí, por pura gracia del Señor, si nosotros caminamos en la vía de Jesús.

En este pre-atardecer de hoy, cada uno de nosotros, puede pensar en el atardecer de su vida. ¿Cómo será mi atardecer? El mío, el tuyo, el tuyo, el tuyo, el tuyo…¡todos tendremos un atardecer, todos! ¿Lo miro con esperanza, lo miro con aquella alegría de ser recibido por el Señor? Esto es lo cristiano y esto nos da paz.

Hoy es un día de alegría, pero de una alegría serena, de una alegría tranquila, de la alegría de la paz. Pensemos en el atardecer de tantos hermanos y hermanas que nos han precedido, pensemos en nuestro atardecer cuando vendrá, y pensemos en nuestro corazón y preguntémonos. ¿Dónde está anclado mi corazón? Si no está bien anclado, anclémoslo allá, en aquella, arriba, sabiendo que la esperanza no desilusiona, porque el Señor Jesús no desilusiona

 Papa Francisco

Homília – 2 de Noviembre 2013

 

11 Comments on “¿Cómo será mi atardecer?

  1. Mañana celebraremos la fiesta de Jesucristo Rey. Y en verdad Jesús es el rey de nuestras vidas, el rey del universo, el único y verdadero rey. Reconozcamolo como tal en nuestras vidas. Proclamemos el reinado de Cristo ante el mundo. No nos avergoncemos de proclamar que somos seguidores de ese rey que fue levantado en la cruz para morir en ella y resucitar de entre los muertos para nuestra salvación. Viva Jesucristo, rey del universo entero.

  2. por favor rzar por el eterno descanso de mis seres queridos que ya partieron, con la esperanza puesta en el Señor

  3. MUY HERMOSO ESE MENSAJE. GRACIAS

  4. Si, tengo la certeza de que iré a la casa de Dios al momento de mi muerte. No tengo miedo a ese encuentro definitivo que tendré con el amoroso juez de mis actos. Estoy convencido de que el señor Jesús subió a prepararme un lugar en el cielo, según lo prometio en su divina palabra. Ya esta cerca la hora de encontrarme con mis padres y mis tres hermanos en la inmensidad de la Jerusalén Celestial. En verdad, me hacen falta, pero donde están se encuentran felices, y esto me hace feliz también a mi.

    • Y Hermano Horacio: PAZ Y BIEN.
      !Que bello canto a la esperanza!. Aunque no haya llegado, yo soy feliz, porque ellos SON FELICES.

  5. Tanto la FE como la ESPERANZA nos ¨sobrarán¨con la CARIDAD,porque Dios es AMOR:Dios es amor;el que permanece en la CARIDAD permace en Dios y Dios en él.!Que consoladoras estas palabras!

  6. MI ATARDECER SERÁ SIEMPRE EN LOS BRAZOS DE MI ESPOSO EL CRUCIFICADO

  7. EL SEÑOR JESUS NO DESILUSIONA PERO PAPÁ FRANCISCO, AQUÍ SOLO LLEGAN TUS ENCUESTAS EN INGLES ¿LES PERDONAMOS?

    • No entiendo lo que quieres decir, uno-más. Me explicas un poquito para que yo entienda la relación con el post?

  8. Me alegra volver a encontrarte, hermana María…
    Siempre es bueno (y alivia) saber que vamos «espalda con espalda»…
    anclados en el Señor…

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