CARTA A LOS CONSAGRADOS Y CONSAGRADAS TRAS LAS HUELLAS DE LA BELLEZA

El Año de la Vida Consagrada -camino precioso y bendito- ha llegado a su fin, mientras las voces de consagrados y consagradas de todas las regiones del mundo expresan la alegría de la vocación y la fidelidad a su identidad en la Iglesia,  testimoniada a veces con el martirio.

El papa Francisco nos llama con solicitud a volver la mirada de nuestra vida hacia Jesús, pero también a dejarnos mirar por él, para «redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a conducir una vida nueva»1.

Nos invita a ejercitar la mirada del corazón porque «el amor auténtico es siempre contemplativo»2. Sea la relación teologal de la persona consagrada con el Señor (confessio Trinitatis), sea la comunión fraterna con aquellos que están llamados a vivir el mismo carisma (signum fraternitatis), sea la misión como epifanía del amor misericordioso de Dios en la comunidad humana (servitium caritatis), todo ello tiene que ver con la búsqueda nunca acabada del rostro de Dios, a la escucha obediente de su Palabra, para llegar a la contemplación del Dios vivo y verdadero.

Las diferentes formas de vida consagrada -eremítica y virginal, monástica y canonical, conventual y apostólica, secular y de nueva fraternidad- beben en la misma fuente de la contemplación; en ella cobran fuerzas y recuperan vigor. En ella encuentran el misterio que las ha, bita y la plenitud para vivir la cifra evangélica de la consagración, de la comunión y de la misión. Esta carta(…) os llega, por tanto, como una invitación abierta al misterio de Dios, fundamento de toda nuestra vida. Una  invitación que abre un horizonte nunca alcanzado y nunca completamente  experimentado: nuestra relación con el secreto de Dios viviente, el primado de la vida en el Espíritu, la comunión de amor con Jesús, centro de la vida y fuente continua de toda iniciativa3, experiencia viva que pide ser compartida4. Resuena el deseo: Ponme como sello sobre tu corazón (Cant 8,6).

Que el Espíritu Santo, el único que conoce y mueve nuestra intimidad, intimior intimo meo5 , nos acompañe en la verificación, en la edificación y en la transformación de nuestra vida, para que sea acogida y júbilo de una Presencia que nos habita, deseada y amada, verdadera confessio Trinitatis en la Iglesia y en la ciudad humana: «Nosotros nos disponemos a recibirlo con tanta mayor capacidad cuanto mayor es la fe con la que creemos, la firmeza con la que esperamos y el ardor con el que deseamos»6[…]

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[CONTEMPLAD A4]

CARTA A LOS CONSAGRADOS Y CONSAGRADAS TRAS LAS HUELLAS DE LA
BELLEZA]*
«Oh, amor de mi alma»
(Cant 1,7)
EDICIÓN DIGITAL DE FRANCISCO R. DE PASCUAL
ABADÍA DE VIACELI SAN ELREDO DE RIEVAL

*Aportacion de la Hna. Fabiola, quien también nos ha remitido un interesante artículo sobre la comunidad de los eremitas Camaldulenses de Monte Corona. En ese enlace podeis ver o descargar.

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