LAS LAMENTACIONES DE ADÁN

San Elias
San Elias

 

[Extracto]

Adán, padre de toda la humanidad, conoció en el Paraíso la dulzura del amor de Dios; también sufrió amargamente cuando, a causa de su pecado fue arrojado del jardín del Edén y perdió el Amor de Dios. Se lamentaba con grandes gemidos, y sus sollozos llenaban todo el vasto desierto, porque su alma era atormentada por este pensamiento: «He ofendido al Dios que amo». No sentía tanto el Paraíso y su belleza como el haber perdido el amor de Dios, que insaciablemente y a cada instante, atrae el alma hacia El. De la misma manera toda alma que ha conocido a Dios por el Espíritu Santo, pero que luego ha perdido la gracia, pasa por los tormentos de Adán. El alma está enferma y experimenta un doloroso arrepentimiento por haber afligido a su muy amado Señor.

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El Espíritu Santo es amor y dulzura para el alma, la inteligencia (intellectus) y el cuerpo. Quien ha conocido a Dios por el Espíritu Santo no puede estar saciado; día y noche le lanza hacia Dios Vivo pues grande es la dulzura del amor divino. Y cuando el alma pierde la gracia, es llorando como busca de nuevo al Espíritu Santo.

Pero el hombre que no ha conocido a Dios por el Espíritu Santo, no Lo puede buscar con lágrimas, y su alma está sin cesar asaltada por las pasiones; su espíritu está preocupado por las cosas de la tierra y no puede llegar a la contemplación, ni conocer a Jesucristo. Es por el Espíritu Santo que se conoce a Jesucristo.

Adán conoce a Dios y al Paraíso; y luego de la caída lo busca llorando.

 

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Oh Adán, nuestro padre, háblanos del Señor a nosotros, tus hijos.

Tu alma conocía a Dios sobre la tierra; conocía también el Paraíso,

su dulzura y su gozo. Ahora tú estás en los cielos y ves la gloria del

Señor.

 

Dinos cómo Nuestro Señor fue glorificado por su Pasión;

cuéntanos de los cantos que se cantan en los cielos y de su

dulzura, porque son cantados en el Espíritu Santo.

Háblanos de la gloria del Señor;

dinos cuán clemente es y cuánto amó a su creatura.

Háblanos de la Santísima Madre de Dios;

dinos cómo fue magnificada en los cielos,

y cuáles himnos la llaman bienaventurada.

Háblanos del gozo de los Santos;

dinos cómo resplandecen de gracia,

cómo aman al Señor y con qué humildad están delante de Dios.

Oh Adán, consuela y alegra nuestras almas afligidas.

Cuéntanos lo que ves en los Cielos…

¿Por qué guardas silencio?…

Por eso la tierra entera está en el sufrimiento…

¿O es que estás tan absorbido por el amor de Dios

que no puedes acordarte de nosotros?

¿O es que ves a la Madre de Dios en la gloria

y no puedes apartarte de esta visión?

¿Por qué no quieres decirnos con dulzura una palabra de consuelo,

a quienes estamos abrumados,

para hacernos olvidar la amargura de la tierra?

Oh Adán, nuestro padre,

tú ves la postración de tus hijos sobre la tierra.

Entonces, ¿por qué guardas silencio?

 

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2 Comments on “LAS LAMENTACIONES DE ADÁN

  1. PAZY BIEN, CIERTAMENTE ASI ES, QUIEN NO TIENE LA LUZ DEL SANTO ESPIRITU, NO PUEDE CONOCER A PLENITUD A NTRO SR JESUS, BENDICIONES

  2. Pidamos a Dios su misericordia, para que purificados seamos beneficiados con la visión beatífica. Que los santos que nos han precedido en el sueño de la paz, nos alcancen de Dios su bendición y su amor. Pido sus oraciones. En Jesús glorioso y resucitado un abrazo pascual. P. Juan Cardona.

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