La paz del corazón
«Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar? Os aseguro que les hará justicia sin tardanza. Pedo cuando venga el Hijo del Hombre, encontrará fe sobre la tierra?» (Lc. 18, 7- 8).
Cuando pedimos a Dios que nos haga justicia no hay que entenderlo como una llamada para que castiga a los que nos perjudican, sino más bien para que se apresuré nuestra conversión personal: Señor no es justo que yo te amé tampoco, siendo tu merecedor de ser tan amado! No es justo que yo te amé tampoco a mí prójimo, que tiene tanta necesidad de amor. Hazme por fin justicia. Es decir, ven a convertirme y transforma mi corazón, abrazándolo de amor por ti y por mí prójimo.
Extracto del libro de Jacques Philippe, La felicidad donde no se espera. Meditación sobre las bienaventuranzas. Rialp, Madrid, 2018, PP 137s.
Paz y Bien, me encomiendo a sus oraciones de todos los días 🤗
PAZ Y BIEN, y asi es hazme por fin justicia. Es decir, ven a convertirme y transforma mi corazón, abrazándolo de amor por ti y por mí prójimo. BENDICIONES HNOS Y HNAS
¡ohh…si pudiera amar un poco nada mas!
Sí, el Dios justo lo ve; y es muy solemne pensar en ello. Padre Dios hace justicia, y un día retribuirá a cada uno según los actos que hayamos cometido…transformara nuestros pobres corazones. Concediendonos la tan ansiada “conversión de costumbres “