La paz del corazón
Al fin de cuentas… ¿Qué es el sufrimiento? ¿Cuál es su función o su sentido? En definitiva nuestra religiosidad aparece alimentada por el sufrimiento. Si no sintiéramos carencias o incompletitud quizá ni nos interesaríamos por cuestiones religiosas.
Es cierto. De no ser por la finitud sería difícil que nos pusiéramos a buscar algo que no sea lo material, lo físico. En cambio la presencia de la muerte ineludible nos impide «perdernos» totalmente en el mundo. Aunque no queremos acordarnos de la muerte nunca podemos olvidarnos del todo. Quiero decir, la muerte está a la base del sufrimiento. No lo parece pero es su raíz. La muerte nos avisa de la transitoriedad de cualquier construcción que hagamos.
Aun si se alcanzara la tan renombrada felicidad esta se acabaría llegado el momento de la muerte. Es el recordatorio último. Y el sufrimiento es el anticipo. El sufrimiento puede ser visto como una señal de alerta temprana ante nuestro olvido de que estamos aquí de visita, solo estamos con permiso de residencia, nuestra ciudadanía no es de este mundo. Entonces cuando nos olvidamos de esto y nos creemos que esto es todo, empieza el sufrimiento (dolor mental). Es un aviso inscripto en nuestra naturaleza íntima que nos indica la necesidad de cambio en las fuerzas que se oponen en nosotros.
¿Qué debemos cambiar? Aquello de comportarnos diariamente como si fuéramos a vivir en este mundo por siempre. Esta fuerza, la que nos hace aferrarnos a lo de aquí, que es fugaz; se opone a la otra fuerza de nuestro saber que vamos a morir. Imagina que estás por atravesar con un camión pesado un endeble puente colgante hecho de sogas, con el abismo por debajo. Antes de subir al puente sentirás un montón de incomodidades, tensiones y crispaciones que pretenden avisar del error que estás por cometer.
Cuando duele una parte del cuerpo, esto es el aviso de un daño en los tejidos o al menos de la necesidad de atender esa zona y ver que sucede. Gran parte de las enfermedades son descubiertas gracias al dolor que sus primeras fases implican y allí se puede muchas veces poner remedio. El sufrimiento mental indica con claridad cuando nos equivocamos en la posición que adoptamos ante la vida. Si me olvido que mi esencia es espíritu inmortal y me llego a considerar un simple cuerpo de carne y sangre, el sufrimiento será mi compañía constante. Y así con una larga lista de cuestiones.
Si hago depender mi bienestar de la opinión ajena (la reputación) o de las riquezas (que finalmente perderé el último día) o de la degustación de los placeres físicos (sexo, comida, adicciones varias) que encadenan en una espiral de dependencia cada vez mayor; el sufrimiento estará susurrándome y hasta gritándome al oído para que transforme mi mirada y encamine mejor mis afanes. Esto no es un brazo castigador que desciende desde un padre colérico e intolerante. Son las leyes de la creación interactuando en lo cotidiano.
Todo tiene una esencia y un modo de manifestación que se corresponde a dicha esencia. Si vivimos ahogando nuestro espíritu u olvidados de nuestro verdadero hogar, esto provoca un contraste con nuestro ser íntimo que se hará notar mediante el sufrimiento. Por lo general, personal y socialmente tratamos de anestesiar el sufrimiento, de amordazarlo de manera que poco nos llega su mensaje. Ni nos damos el tiempo de atender que es lo que nos quiere decir. Simples correcciones que debemos hacer la mayor parte de las veces.
En varias formas muy diferentes, el sufrimiento no es un enemigo ni la manifestación de un castigo por nuestras culpas, sino sobre todo, la consecuencia de una actitud equivocada ante el misterio de Dios de la vida y del universo. Cambiar la actitud (la posición que se asume frente a algo) es fundamental para convertir el significado de las situaciones y sacralizar nuestra existencia.
Textos propios del blog
* Se habla del sufrimiento en su carácter de manifestación mental. No del dolor físico o del sufrimiento mental que deriva estrictamente del dolor físico.
Si has perdido…
Gracias, me ayuda mucho y esto creo va muy de acuerdo con unas reflexiones que he estado realizando. Pienso que el sufrimiento como tal, es como algo de nuestra mente, es querer estancarnos en situaciones. Puesto que pienso que Dios no quiere que suframos como tal, es decir, el dolor, las contrariedades, los disgustos, etc., pienso que con fe, pueden ser vistos como un regalo de Jesús, que comparte con nosotros su cruz, y si la cruz es la manifestación mas grande de su amor, entonces nos está compartiendo de su amor. Y al final, pensaba, si Jesús cuando mira a sus discípulos, a los apóstoles, los ha mirado con amor, y les ha compartido de este amor (la cruz), entonces al final, pienso que la cruz, es una mirada de Jesús que camina con nosotros, en cada minuto del día, pero solo la sentiremos si estamos atentos al minuto presente en el silencio interior como María, que se dejó mirar por Dios, le dijo que sí, se fue meditando a visitar a Santa Isabel, y terminó proclamando las grandezas del Señor, porque miró la humildad de su Esclava.