La paz del corazón
Inicia el día… ocurre esto, luego aquello; hay que hacer tal cosa, después esa otra y más tarde la de más allá. Las horas se suceden, el ánimo fluctúa, esto agrada, aquello no tanto. Apremios varios, situaciones, deseos, idas y venidas en torno a tantas cosas…
Pero que distinto se presenta el día cuando me dispongo a recibir todo lo que ocurre recordando que viene de Ti. ¿De quién podría venir sino? Y cuando me asiento en la actitud de tomarlo todo para la elevación del espíritu, lo sagrado empieza a teñir el mundo. Las cosas, las personas y los diferentes escenarios por donde transita el día empiezan a estar cargados de sentido. Un significado que siempre ha estado pero que permanecía velado se descubre sin esfuerzo.
Que tremendo misterio ese rayo de luz que proveniente de una esfera inflamada en el fuego de Tu amor ha venido a tocar las hojas del árbol en mi patio. Que misterio el verde brillante en el jardín, la calidez de mi perrita junto al muslo, este aire fresco que entra y sale del cuerpo, el discurrir del texto en el teclado…
Entonces surgen deseos de devolver Tu amor. De hacer bien las cosas, de oficiar esa liturgia de las horas mediante los actos que tocan, atentos al significado que portan. Todo es para algo y el sentido profundo lo sabes Tú, solo Tú. Pero el corazón lo intuye, le sigue el rastro y adivina las huellas de un propósito que parece íntimo y familiar. Como si siempre lo hubiéramos sabido.
Oh Señor! ¡Que grande eres, fuente de toda inmensidad..! En todas las cosas te manifiestas, cualquier mirada es la tuya, siempre y en todo estás. Y más te manifiestas mientras más nos entregamos. ¡Oh Cristo en el corazón! ¡Aparta cualquier pensamiento con el viento de Tu gracia y deja en esa nueva claridad el solo latido de Tu Nombre!
Imagen extraída de «La mirada contemplativa»
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Maravillosa reflexión. Gracias, ayuda a emprender el día de otra forma. Un abrazo
Hola María Jesús! Gracias a ti. Sí, en mi experiencia el comienzo del día es fundamental. Si le damos un espacio a la oración o al centramiento en nosotros mismos ante la Presencia ya nos sintonizamos adecuadamente. No quita que debemos volver una y otra vez cuando los estímulos nos golpean mucho, pero es de gran ayuda el iniciar la jornada recordando a Dios. Un abrazo grande en Cristo Jesús!
Pues , muchas gracias, es verdad nuestros día siempre empieza con ir y venir y depende de lo que hace o terminas más animado más frustrado, pero volver a mirar con una mirada distinta cuesta, pero el latir de mi corazón, es como si me quisiera hablar de algo distinto y que yo muchas veces no logro entender, gracias.
Ahí tienes Ana, tú lo dices: El corazón nos guía y cuando queremos entender su mensaje desde la mente nos cuesta. Me parece que va más por el lado de la intuición… o el escuchar esa voz queda, silenciosa que nos lleva suavemente y con cariño hacia el sentir y el actuar correcto. Ser amables con nosotros mismos, tenernos paciencia, ayuda también. Gracias por comentar y un abrazo! Cristo te cuide.
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La santa memoria de que todo todo viene de Dios, realmente nos cambia profundamente, sobre todo si esto para nuestro sufrimiento y nos permite revelarmos ante él, dando a nuestra vida el necesario sentido, que nos introduce en un mundo nuevo en el que abunda la gracia que vale más que todos los tesoros e incluso más que la misma vida.
La «Santa memoria»… hacía mucho que no escuchaba esa noción expresada de ese modo. Claro que sí, eso nos va transformando aunque nos resistamos como le pasaba a San Agustín, que pedía más tiempo 🙂 En fin, ahí vamos todos Padre José, rumbo a la misma casa que es nuestro hogar común. El recuerdo de Dios nos ayuda a ir más tranquilos y no a «los tumbos» como ocurre a veces. Un abrazo en Cristo!
Gracias
Gracias a ti, hermana/o. Cristo te cuide.