La paz del corazón
Hermano… ¿Cómo hacer para recordarnos a nosotros mismos durante la jornada y no caer en las divagaciones? Sobre todo al principio le pregunto, porque ya me dijo usted que una vez que se agarra la costumbre esto se hace más fácil, como cuando uno echa a andar una rueda por una pendiente. ¿Pero en los comienzos, cuando uno anhela la oración incesante y apenas si se acuerda del propósito durante el día?
Uno debe apelar a cualquier medio a la mano. A mi me ha servido mucho usar elementos que me llamaran la atención. Durante años he llevado una cruz pequeña de madera, lisa y simple nomás, entre los dedos de una mano. Durante todo el día en cualquier actividad, sostener esta pequeña cruz en una de las manos. ¿Qué sucedía? Que a cada rato se me extraviaba la cruz y por lo tanto caía en la cuenta que había perdido la división atencional. Me había ido tras los pensamientos interminables. Así es que me ponía a buscarla por todas partes. Y cuando la encontraba solía darme cuenta sin esfuerzo de como es que se había perdido el recuerdo de mí mismo y por lo tanto el recuerdo de la oración y el recuerdo de la presencia de Dios.
¿Qué entiende usted por recuerdo de sí mismo? Observar todo siendo consciente de que lo estás observando. Es como si te situaras como un sujeto que observa objetos. «Aquí estoy yo que miro las nubes o la flor o el perro… y allá está el objeto». Esto es una fase inicial tan solo, te hace consciente del espacio entre las cosas y ya te lleva sin que te des mucha cuenta hacia una consciencia más global y amplia que es propiamente el ámbito de la oración. La oración que se da en ese espacio encarna en ti con mayor facilidad.
Antes de cocinar las verduras las debes lavar, pelar, poner la olla al fuego y demás. Del mismo modo, antes de la oración incesante debes preparar el ámbito en ti. Esto implica ser consciente de tu propia presencia durante la jornada. Te haces consciente de ser y estar y dejas de vivir en el piloto automático, en esa duerme-vela distraída donde la vida no se vive sino que pasa muy levemente como algo casi onírico. Antes de percibir la presencia de Dios hay que percibir la propia presencia que es consciencia. Luego cuando esto es fuerte e intenso llega el momento de vaciarse de sí mismo para ser consciente solo del Ser de Dios.
Utiliza un recordatorio como el de la cruz en la mano o poner carteles pequeños en diversos lugares de la casa o lo que a ti te sirva para recordarte, ponerte consciente y atento y volver a la oración. Por cierto esto no se puede hacer si vives muy de prisa. Introduce la calma en tus acciones, en la medida que puedas. Para percibir el espacio entre las cosas y eso que hay entre cada sonido o pensamiento hay que estar muy presente y vivo. Eso requiere atención decidida pero amable, sin forzamientos. Primero eres un sujeto que observa objetos mientras repites la oración. Luego eres como un testigo del sujeto y el objeto mientras la oración se hace casi por si sola. Mas tarde, por decirlo de algún modo, descubres que la oración o esa búsqueda de Dios es lo que realmente eres. Un acto en pos de lo divino, solo eso…
Enlaces de hoy:
Homilía sobre San Vicente Ferrer en la catedral de Valencia del Padre José Antonio y Texto de la homilía en español
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Supongo que si el recuerdo de Dios tiene que ver con la finitud, el recuerdo de sí, tiene que ver con lo infinito… un saberme vivo y llamado a la vida sin fin, por gracia de DIos. En ese saberme vivo, primero soy sujeto que observa objetos y que ora, luego testigo del sujeto y del objeto, mientras brota la oración y por último deseo puro u oración pura…De momento, solo un saberme presente a mi mismo, que me lleva a orar.
Buenísimas ideas para una práctica constante. Necesitamos paciencia y constancia en empezar muchas veces.
Así es Sole, paciencia y perseverancia. Nos alegra que sirva lo expuesto. Un abrazo fraterno!
Hola Hno. Mario. Estoy de acuerdo con Josefina. El texto excelente. Y como ella, pues en esos aparentes retrocesos (eso espero).
Todo parece ir bien y de repente, todo se esfuma, uno se pregunta hasta que punto es real lo vivido con anterioridad y si vale la pena seguir en el camino emprendido.
Habrá que tener paciencia y esperar tiempos mejores…
Un saludo en Cristo Jesús
Hola María, Cristo te cuide! Tu lo dices, «parece ir bien». Sin duda era real nuestro anhelo y deseo de Dios, pero se nos cuela lo conceptual o lo mental y terminamos rezando con la mente en cuanto pensamientos o confundiendo vida mental con vida espiritual. Por dar un ejemplo: No podemos vivir tomando analgésicos para calmar las carencias profundas, necesitamos encontrar la cura a toda carencia que es Cristo en el corazón o el inmaterial en nosotros como dicen los monjes de Filocalía. ¿Cómo encontrar ese lugar interior impasible a los avatares de la vida, pero sin embargo vivo? Seguimos profundizando en ello si la gracia nos ayuda en los próximos textos y vídeos. Un abrazo!
Qué buen texto! Qué útil!
Desafortunadamente, habiendo tenido unos años de oración y de Presencia, me llegó un momento en que estoy como vacía. Me vienen, a veces, recuerdos de Dios, y muy triste Le pido perdón por olvidar que Él debe ser el centro de mi vida, que solo Él “merece” ocupar todas mis horas. Espero en Dios.
Hola Josefina! No te mortifiques. Aquello probablemente terminó para que profundices. No estaba consolidado y tienes la oportunidad de situarte más profundamente en la percepción de la Presencia. Es muy común que nos ganen los automatismos y nos quedemos inmersos en lo cotidiano, como si esto fuera lo realmente importante. Darnos cuenta de esto es necesario para pasar a otra etapa por decirlo así. Y ese cambio de etapa no ocurriría sino hubiéramos «caído». Bueno lo seguiremos en otros textos o vídeos. Un abrazo fraterno invocando a Cristo.