La paz del corazón
«… Dios, en lo que tiene de más viviente y de más encarnado, no se halla lejos de nosotros, fuera de la esfera tangible, sino que nos espera a cada instante en la acción, en la obra del momento. En cierto modo, se halla en la punta de mi pluma, de mi pico, de mi pincel, de mi aguja, de mi corazón y de mi pensamiento. Llevando hasta su última terminación natural el rasgo, el golpe, el punto en que me ocupa, aprehenderé el Fin último a que tiende mi profunda voluntad.
Semejante a esas temibles energías físicas que el Hombre llega a disciplinar hasta lograr que realicen prodigios de delicadeza, el enorme poder del atractivo divino se aplica a nuestros frágiles deseos, a nuestros microscópicos objetos, sin romper su punta. Esta potencia es exultante y, por tanto, no perturba ni ahoga nada. Es exultante; por tanto, introduce en nuestra vida espiritual un principio superior de unidad, cuyo efecto específico es, con arreglo al punto de vista que se adopte, santificar el esfuerzo humano o humanizar la vida cristiana…»
Extraido de Escritos esenciales de Pierre Teilhard de Chardin
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Qué importante lo que hago en cada momento. Ahí está en síntesis todo lo que espero y anhelo. En una palabra: Dios.
Exacto. Antes de ayer leía «Biografía del silencio» de Pablo D´ors y me gustó una frase donde habla de que «el instante es la instancia». Un abrazo en Cristo padre José.