La paz del corazón
Hemos confundido el hacer con el Ser. Hasta tal punto nos hemos acostumbrado a esto, que cuando nos quedamos sin hacer nada en particular, nos parece que desperdiciamos el tiempo o que ese momento no tiene sentido. Esto deriva de que «el sentido» de la vida está totalmente asociado en nuestra cultura al tener. El mundo se nos presenta como material y en un mundo de materia las posesiones son importantes.
Puedo tener objetos materiales, tales como una casa, un auto, unos libros, unas ropas, etc. y puedo «tener» personas, situaciones, títulos, prestigio, trayectoria… todo se ve contaminado por esta especie de automatismo del poseer. Es un agarrarse, un sostenerse en las adquisiciones, sintiendo así una falsa sensación de seguridad y a la vez de existencia y de sentido. Se establece una identidad simulada, una identificación con el hacer y el tener que son formas en que se manifiesta la misma tendencia apropiativa.
Cuando me falta la plenitud del Ser, por que me he acostumbrado a vivir fuera de mí o volcado a lo exterior; es decir cuando no me doy cuenta de la gracia que vive ya en mí, se produce una sensación de carencia. Esta sensación desagradable se disimula o anestesia sintiendo a los objetos. Así, siento el sabor del dulce en la boca o siento lo que siente el protagonista de la película al identificarme con él y sus anhelos, o siento la situación que mi amigo comenta a través del teléfono.
Nos vamos haciendo adictos a distintas formas de evasión, es decir nos acostumbramos a sentir a través de algo o alguien ya que no encontramos una sensación agradable en nosotros mismos, que sea independiente de lo que ocurra. Hemos quedado esclavos del acontecer, del movimiento, del hacer que termina siendo un tener o un acumular algún tipo de cosa. Esto que acumulamos puede ser mental o material pero nos va rodeando de pertenencias que cubren y ocultan el vacío interior.
El sentido de la vida se ha confundido con el lograr algo en la vida que sea mensurable, medible, tocable o que al menos se pueda comentar o conceptualizar. Hemos equiparado sentido a propósito o a una meta, o sea a un alcanzar. Es muy elocuente como a la profesión se la suele llamar «tu carrera». ¿Cómo va tu carrera? se le dice al joven que está estudiando o ha comenzado a trabajar. Y este vivir tendidos en función de algo nos hace profundamente infelices. Y es lo que explica en gran parte la situación de la sociedad humana actual. Una situación de violencia explícita, como puede ser la guerra o disimulada, como es la misma competitividad general que atraviesa no solo lo laboral o deportivo sino casi todas las expresiones humanas.
Cuando se nos dice que lo importante es Ser y no tener o hacer, asentimos conformes, pero en realidad esto del Ser se nos aparece como un algo desconocido o vacío, un territorio ajeno al cotidiano y se nos presenta en todo caso como alguna forma de meditación determinada, en la cual como es lógico, no podemos pasarnos todo el día. Esto, aunque no parezca en una mirada rápida, tiene mucho que ver con el «Arrepentíos, el reino de Dios se ha acercado». (San Marcos 1, 15) Podríamos decir cambiemos la forma en que vivimos, que la presencia de Dios está muy a la mano…
continuará
Tres enlaces para hoy:
Reunión mensual de intercambio – 1º Parte – 2º parte
«El fin de la anestesia, una necesidad vital». Práctica sugerida
Hay nuevos contenidos (22/01/2023) en la página del curso de Fenomenología
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