La paz del corazón
«La paz, la felicidad duradera, la conciencia de la inmortalidad implica un retorno a su punto de Origen, un encuentro con su Creador. Pero ese retornar a Dios es primariamente, un gradual retorno a sí mismo… El alejamiento de Dios lleva al hombre a la «región de la desemejanza«, es decir, al mundo sometido a los factores del espacio-tiempo… de modo que cuanto más ávida de cosas temporales, más desemejante se encuentra el alma…»
«El hombre se sitúa en el reino de la disimilitud cuando vive pendiente de las cosas externas. Las más de las veces es por puro afán de novedades, mera «concupiscencia de los ojos». (1º Juan 2, 16), deseo de experimentar y conocer, es decir, se deja llevar por el instinto de apropiación de las cosas. Así, cree que las cosas le sirven a él, pero es él quién vive alienado por ellas, esto es, obligado a salir fuera de sí mismo. Supone que la felicidad está en acumular posesiones y demás objetos externos, pero «los hombres que desean lo que está fuera de ellos, viven un exilio respecto de sí».
El problema es que muchas personas confían en obtener felicidad mediante la posesión de riquezas, el disfrute de todo tipo de placeres, etc. Sin embargo, todos estos goces no son estables, pues vienen y se van, y además no son plenos, porque nos mueven a desearlos con mayor intensidad. De esta manera, el hombre vive esclavizado por sus deseos y por la fe que ha depositado en las percepciones que vienen de los sentidos. En la medida en que se cuestione que tales percepciones pueden ser erróneas y que están distorsionando la realidad originando espejismos que adormecen el alma, el hombre estará despertando a la verdadera libertad...»
Invitación:
https://us02web.zoom.us/j/88619724529
Lo que vemos lo olvidamos, lo que escuchamos y leemos lo descubrimos, y lo que hacemos lo aprendemos.
Gracias por compartir.
el que se impone privaciones amontona para otros y con sus bienes otros se darán buena vida. Eclesiástico 14:4-5
el conocimiento es tesoro para mi corazón ,. gracias hermanos-as. por compartirlo. el señor os bendiga.
La atención intensa e interior de Evragio o, su opuesto el escape hacia delante, la búsqueda de la embriaguez en las cosas mundanas y externas, esa sed que da más sed.