La paz del corazón
Esto de «aceptar sin condiciones lo que la vida nos trae» que se dice en alguna de las clases de Filocalía no me parece bien en todos los casos. Hay cosas que no puedo ni quiero aceptar…
Sí te entiendo. Pero es necesario comprender algo: la aceptación o acogida de lo que ocurre es solo el primer paso del proceso de relación con el acontecimiento o la situación que llega. Aceptar una situación no quiere decir que uno permanezca inmóvil o que uno no se active para modificar o transformar lo que acontece. Sino que, sin aceptación ofrecemos resistencia a lo que viene y eso enturbia nuestra percepción del hecho.
La queja, ese gran automatismo es un buen ejemplo. En lugar de quejarse es mejor mirar con los ojos abiertos de la consciencia lo que esta sucediendo. Esta actitud nos permite advertir todos los elementos que están en el acontecimiento. Es como si juegas a la baraja o a los naipes; hay que ver que cartas te han tocado y en base a ellas tratar de ganar la partida llegado el caso. O, al menos, hacer lo mejor que está en nuestra mano más allá del resultado.
La aceptación de lo que nos trae la vida en cada momento, nos permite también discernir sin demora lo que podemos y debemos transformar, de aquello que está más allá de nosotros y que escapa totalmente a nuestra intención y voluntad. Así podemos aplicar nuestra energía de manera eficaz solamente a lo que nos compete y en nuestro campo de acción.
Pero es importante recordar que el momento presente es embajador de la voluntad divina y ese embajador siempre es portador de un mensaje, viene «en nombre de…». Es con esta actitud persistente, de estar atentos a la pedagogía divina que nos traen los hechos, como emerge un sentido en la vida y se nos hacen claros significados que antes no imaginábamos. La vida tiene sentido y es por eso que todo lo que ella nos trae también lo tiene.
Aceptar sin condiciones implica también aceptar el deseo que hay en nosotros de transformar lo que está ocurriendo. El punto es descifrar los signos y vivir en apertura completa, confiando en la textura sagrada que teje todos los sucesos de nuestra vida. Al principio es una simple creencia, luego puede ser una actitud en la que uno se pone; finalmente una evidencia experiencial de Su amorosa presencia.
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Gracias por compartir IESUS CARITAS
Estoy comprendiendo que Dios también está en lo que no entiendo y en lo que me parece inaceptable y que no se trata de cambiar la realidad sino de abrazarla, un paso más allá de la aceptación, y en la medida que la acepto puedo elegir mi respuesta a esa realidad en paz. Una respuesta consciente, no reactiva y automática, que empieza por cambiarme a mí, que soy parte de la realidad.
Así gano en responsabilidad y en libertad, lo que no sucede cuando uso mi energía en rechazar. Y creo que así contribuyo con la creación.
Se acepta una situación que “es”. Las situaciones aceptables o no aceptables que “son” ocurren en el plano horizontal de la vida. Ese plano en donde las situaciones se dieron en el pasado, se dan ahora y se darán en el futuro. Es decir, las situaciones pertenecen al mundo y cuando se habla de aceptación es precisamente en este contexto.
Sin embargo, existe también el plano vertical de la vida, en donde la aceptación no es un tema. Podemos estar en el mundo y discernir, aceptar, sufrir, hacer, etc.
El texto habla de un “primer paso”, me pregunto ¿hacia donde? Y creo que se refiere al “reino”, ese que está en el plano vertical de la vida, en donde todo es paz y consecuentemente el aceptar no es un verbo que se conjuga.
En el reino al cual todos aspiramos solo se “es” y se comienza a ser en el plano horizontal de la vida, una vez que aceptamos que el verdadero “sentido de la vida” es entrenarnos para alcanzar el reino. Debemos entrenarnos horizontalmente para aprender contemplando (aún cuando sean solo momentos del día) a abandonar la mente, y aceptar de lado a lado, para entrar en el plano del ahora, de arriba a abajo, plano vertical o del corazón, en donde en lo más profundo de lo profundo, está el tesoro, se encuentra el reino, ahí ya no hay (aun cuando sea por momentos del día) nada que aceptar o rechazar, solo se está en paz.
Hola Jorge,por mi parte lo pienso en relación a la negación:aceptar lo que sucede tiene que ver con sopesar,analizar los factores intervinientes,entre ellos nuestra actitud,expectativas,etc…si negamos es imposible cambiar algo.Y aquí cabe la famosa oración de San Francisco de Asís,en ella se resume todo este tema,bendiciones para este próximo 2024
La escucha de Dios, nos transforma y nos hace ver las cosas y los demás como El los ve Pero no creo que debamos aceptar sin más cualquier situación, por creer que es la voluntad divina. Todo lo que ocurriera sería «ad majorem Dei gloria» y nos haría aceptar lo inaceptable, lo intolerable, hasta la maldad de los que se aprovecharán de nuestra mansedumbre. No acepto poner la otra mejilla, sino la Justicia. Dios nos llama a salvarnos colectivamente a todos los hombres y a amarnos unos a los otros como El nos ama. Somos quienes debemos concluír la grandeza de su obra creadora con nuestro obrar cotidiano y restaurar el mundo en Cristo…Jorge de Argentina